Moscú sigue dispuesta a todo. Entre denuncias de Ucrania de nuevas violaciones de derechos humanos y posibles crímenes de guerra, las tropas rusas se preparan para intensificar sus operaciones. sin embargo, fuerzas prorrusas del este ucraniano afirman que la toma de control en la ciudad portuaria de Mariupol «no es un asunto de dos o tres días, y ni siquiera de una semana».
«No soy tan optimista como para decir que el asunto se resolverá en dos o tres días o en una semana. Lamentablemente, no es así. Se trata de una ciudad grande», dijo Denís Pushilin, líder de los separatistas de la república de Donetsk, cuya independencia Moscú reconoció a finales de febrero. «Por eso, por desgracia, no se puede decir que mañana o pasado mañana todo acabará y Mariúpol será una ciudad completamente segura», señaló.
El epicentro del dolor ucraniano es Mariupol, sitiada y bombardeada desde hace dos semanas y donde la población está siendo víctima de las hostilidades. El Ministerio de Defensa ruso ha dicho que la ciudad tiene hasta el mediodía de este lunes para rendirse . «Entreguen las armas», dijo el coronel general Mijail Mizintsev, director del Centro Nacional Ruso para la Gestión de la Defensa, en un informe distribuido por el Ministerio de Defensa. En Mariupol hay «una terrible catástrofe humanitaria», dijo Mizintsev. «Todos los que depongan las armas tendrán garantizada una salida segura».
Ya poco después de la medianoche de este lunes 21, la viceprimera ministra de Ucrania, Irina Vereshchuk, ha dicho que no ha lugar a la rendición de Mariupol, informa Reuters.
«En ese caso, la salida organizada de la ciudad se efectuará de la siguiente forma: de 10 a 12 horas todas las unidades armadas de Ucrania y los mercenarios extranjeros sin armas y municiones (podrán abandonar la localidad) por una ruta acordada con Ucrania», dijo Mijaíl Mizintsev.
Mizintsev acusó a los «nacionalistas» ucranianos de sembrar «el caos» y «el terror» en Mariupol y provocar una grave catástrofe humanitaria en la ciudad. El jefe militar afirmó que las fuerzas rusas no han utilizado en la ciudad armamento pesado y tampoco lo han hecho las milicias prorrusas de Donetsk que combaten con el Ejército de Rusia.
A partir del mediodía en la ciudad podrán entrar convoyes humanitarios con alimentos, medicamentos y artículos de primera necesidad tanto de Kiev, como de territorios del este del país, que no están bajo su control.
Paralelamente, Mizintsev llamó a las organizaciones internacionales, entre ellas la ONU y la Cruz Roja, a enviar a sus representantes a la ciudad para supervisar las evacuaciones de los civiles.
Insistió en que los lugareños pueden elegir libremente cualquier corredor humanitario, ofrecido tanto por Rusia, como por Ucrania, o quedarse en la ciudad.
Las fuerzas ucranianas han sido cercadas por las tropas invasoras que, según denunció Kiev, abrieron fuego contra una escuela que servía de refugio para cerca de 400 personas. «Ayer [por el sábado], los ocupantes rusos descargaron bombas sobre la escuela de arte número 12», aseguraron fuentes del Gobierno. «Un acto de terror que será recordado en los siglos venideros», calificó el presidente Zelenski
Entre los muertos, aseguraron, había mujeres, niños y ancianos, que usaban el edificio de refugio, mientras afuera siguen los combates. Los ucranianos han perdido el acceso al mar de Azov, dan por perdida esta ciudad con un complejo balance étnico. Una parte notable de la población es étnicamente rusa, lo cual constituye una fuente adicional de tensiones entre la población y las distintas fuerzas presentes, entre ellas miembros del batallón ultraderechista Azov.
La toma de Mariupol puede significar la apertura de un corredor hacia las regiones separatistas del Donbás, por donde las tropas rusas ya circulan a placer, reduciendo el estatus otorgado de repúblicas populares al de meras satrapías de Moscú.
Pero las victorias rusas están teniendo un alto precio. Constatada la imposibilidad de avanzar rápidamente sobre unas fuerzas ucranianas que han demostrado ser más fieras de lo previsto por los estrategas rusos, los expertos hablan ya de una «guerra de desgaste». Más allá del número de soldados muertos en combate, que Rusia puede permitirse el lujo de esconder bajo la alfombra, hay altos mandos militares imposibles de ocultar.
Uno de ellos es Andrey Paliy, comandante adjunto de la Flota del Mar Negro. Medios rusos confirmaron su muerte en la batalla por Mariupol. Da la casualidad que Paliy nació y creció en Kiev. En 1993, tras la caída de la Unión Soviética, se negó a prestar juramento a Ucrania, y pasó a unirse a la flota que ahora acosa a los puertos ucranianos y niega la salida de Ucrania de todo tipo de buques, incluidos los comerciales.https://www.youtube.com/embed/QTj-q4eHQbo
De forma similar a lo que está ocurriendo en Mariupol, a medida que la guerra se prolonga las fracturas sociales y políticas se ensanchan. En un país con alrededor de un 75% de población ucraniana, y un 17% rusa -especialmente concentrada en el este-, está siendo irremediable que las filias y las fobias se vuelvan muros cada vez más altos. Hoy en día basta con saber ruso, o con hablar ucraniano con un notorio acento ruso, para levantar sospechas incluso entre ciudadanos de a pie.
Si bien son muchos los ucranianos de etnia rusa contrarios a la invasión, ayer, apelando a razones de seguridad, el presidente ucraniano Volodimir Zelensky anunció la suspensión de la actividad de una serie de formaciones políticas conectadas con la Federación Rusa. La más afectada es la Plataforma para la Vida, que ostenta 44 de 450 escaños en la cámara baja, conformando así uno de los principales bloques opositores. Su líder, Viktor Medvedchuk, es amigo personal de Vladimir Putin
La guerra está rompiendo comunidades enteras. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), alertó de que ya son diez millones, una cuarta pare de la población, los ucranianos que se han visto obligados a huir de sus hogares por la guerra. «Entre las culpas de quienes hacen la guerra, en cualquier lugar del mundo, está la del sufrimiento infligido a los civiles forzados a escapar de sus casas», denunció en un trino el jefe de la ACNUR, Filippo Grandi.
No todos los ucranianos están abandonando el país, abocándose a una incertidumbre vital todavía mayor. ACNUR ha registrado la salida de Ucrania de 3.4 millones de personas, en su gran mayoría mujeres y niños, pues las leyes ucranianas no permiten irse a los hombres en edad de combatir. Esto le permite reforzar líneas de defensa como las de la capital, que anoche volvió a ser puesta a prueba por la artillería rusa. Kiev sigue pidiendo al exterior apoyo militar. Según la cadena Sky News Arabia, Eslovaquia ha acordado un trueque con EEUU, de forma que recibirá de ellos un sistema de defensa antiaérea PATRIOT a cambio de entregar un S-300 soviético a a Ucrania.
Fuente: El Mundo