Hay tres modelos básicos que deben analizarse
Nelson Espinal Báez
La teoría y la práctica de la negociación ha vivido grandes cambios a partir de la evolución de la estrategia y el desarrollo de la ciencia. En efecto, han intervenido las matemáticas, la sociología, la economía, las ciencias cognitivas, la psicología, las ciencias políticas, la gestión (management), entre otras.
Hay tres modelos básicos, los dos primeros poco eficientes, excluyentes e improductivos y un tercero más incluyente, eficiente y capaz de generar más valor a todas partes involucradas y a los terceros.
Modelo I. Negociación como transacción o arreglo (“compromise”). Es esencialmente una transacción entre tu oferta inicial y la oferta de la otra parte, quienes llegan a un acuerdo mediante una serie de concesiones hasta alcanzar una solución aceptable. La visión de los participantes es totalmente distributiva (ganar–perder). Lo que una parte obtiene, la otra lo pierde. Y viceversa. Este modelo podría estar dominado por normas y estándares establecidos hasta alcanzar un punto medio. Es la fuente de la frase “prefiero un mal arreglo, a un buen pleito”.
Modelo II. Negociación como dominación (“domination”). Los participantes ven la negociación como un combate. Se busca dominar al oponente mediante una variedad de trucos y mensajes negativos contra la otra parte y sus objetivos. Es una variación del anterior, pues ambos modelos no ven la posibilidad de crear valor. Sólo reclamar y distribuirlo.
Este modelo está dominado por el poder, en el que una parte busca ganarle al otro, en vez de orientarse a ganar como sinónimo de ser exitoso.
Modelo III. Negociación como proceso de resolución de conflictos (“problem solving”). Una tercera aproximación de la negociación se concibe como un proceso o ejercicio para abordar de manera conjunta un problema compartido. Decimos proceso – no eventos, ni combates ni componendas – porque metodológicamente es un ejercicio de toma de decisiones donde todas las partes pueden ganar y considerar todas las variables en juego. En este modelo las partes buscan formas, reformas y fórmulas para expandir el pastel, de manera que los involucrados e idealmente los terceros satisfagan sus intereses de la manera más extensa, legítima y sostenible posible.
A este modelo, producto de mucha investigación y probado éxito en la práctica, también se le ha llamado “modelo basado en intereses” (tangibles e intangibles) o “modelo basado en principios”. El objeto es arribar a una solución integral, sostenible en el tiempo y fundamentada en la mayor cantidad de criterios objetivos que den legitimidad y sostenibilidad al acuerdo, pues se basa en un principio básico del ser humano: Todos queremos ser tratados con justicia.
Desde fuera no me es posible hacer un análisis profundo del proceso de negociación entre los rectores del Sistema de Seguridad Social ante las demandas del Colegio Médico Dominicano y su incidencia con los demás actores del Sistema que ayude arrojar luz. A continuación, algunos elementos que se evidencian del proceso:
1 Luce una negociación totalmente distributiva, donde lo que uno reclama, lo pierde el otro u otros. Un juego de suma cero donde el mito del pastel fijo limita la creatividad del proceso.
2 Por un lado, se visualiza una aproximación de arreglo (“compromise”) en base a los criterios objetivos, racionales, existentes en el actual Sistema de Seguridad Social. Por otro lado, una actitud de campo de batalla (“domination”) ante la incapacidad del actual Sistema de satisfacer racionalmente las demandas de los médicos.
3 Las aspiraciones del Colegio Médico, así como la de los demás actores del Sistema deben apuntar a la sostenibilidad y permanencia de la Seguridad Social en beneficio del desarrollo socioeconómico de la nación. Sin embargo, las aspiraciones del colectivo de los galenos lucen imposibles de satisfacer.
Además, se presta a confusión que asuman un discurso de una “lucha más profunda y social que simplemente satisfacer los intereses corporativos y profesionales”. Dando a entender que se ha secuestrado la lucha de los médicos para usarla como apalancamiento de un proyecto político-social de alcance nacional. Esto simplemente no ayuda a los médicos.
4 De continuar por este camino, la negociación no tiene salida sostenible. Puede tener un tipo de arreglo (“compromise”), pero será poner una “curita” a un paciente que necesita cirugía mayor.
5 Una cirugía mayor implicaría una reforma integral de la Ley, y al menos en esta negociación deberían abordarse temas trascendentales que crearían más valor. Ejemplos:
¿Es posible negociar un sistema de salud que pase del modelo curativo al preventivo?
¿Es posible negociar la aplicación de la Ley en lo que respecta a la implementación de la atención primaria que beneficie a los afiliados?
¿Es posible negociar equidad y equilibrio en la supervisión de todos los actores que participan en la prestación del servicio de salud: ARS, médicos, clínicas y demás prestadores?
¿Es posible negociar la aplicación de protocolos de salud y su adecuada supervisión?
¿Es posible negociar la actualización del Catálogo de Prestaciones de Servicios de Salud conforme con el avance de las ciencias médicas y sus costos?
¿Es posible negociar una mayor información y educación para los usuarios del sistema?
¿Conocen los usuarios del sistema sus derechos y deberes?
En fin, negociaciones tan complejas como estas deben verse con amplitud de criterio y visión integral de todos los factores que entran en juego. Al final de cuenta el Sistema de Seguridad Social es de todos y sale del bolsillo de los dominicanos.
Las aspiraciones del Colegio Médico, así como la de los demás actores del Sistema deben apuntar a la sostenibilidad y permanencia de la Seguridad Social en beneficio del desarrollo socioeconómico de la nación. Sin embargo, las aspiraciones del colectivo de los galenos lucen imposibles de satisfacer.