Nelson Espinal Báez
No es más morbosidad ni resentimiento social lo que aspiramos de este proceso
Mi primera experiencia profesional fue como abogado para todo el país del Bank of America. Siendo apenas un muchacho empecé como paralegal e hice mis estudios de Derecho estudiando y trabajando. Una decisión llevada a cabo con el apoyo de mi padre, quien fue su abogado. Fueron mis profesores de licenciatura en la Pucmm que siempre me repetían: “Tu primera maestría está ahí, aprovéchala.”
Apenas me gradué, asumí las riendas como abogado externo e interno de dicha entidad hasta que fui el negociador que la vendió a un grupo económico dominicano, pues mi padre había asumido otros compromisos que no le permitían estar presente. Desde muy joven empecé a vivir experiencias inimaginables.
Allí vi cómo algunos empresarios asumían sus compromisos económicos con honestidad y prosperaban, pero también, cómo otros, se ponían locos con los primeros beneficios de los préstamos gastándolos en viajes y carros de lujo.
Nunca olvido cuando el Banco del Comercio compró Bank of America, una excelente adquisición en un momento histórico oportuno. Todos pensábamos que se iba a transferir todo el conocimiento, las políticas, las regulaciones internas, la capacidad profesional instalada, en fin, los activos tangibles e intangibles de toda adquisición inteligente. Como abogado del vendedor, pensaba que iban a “bankamerizar” el Banco del Comercio. Fue todo lo contrario, “bancomercializaron” el Bank of America. Y así sucedió más tarde con otras adquisiciones de ese grupo.
Pura destrucción de valor, demostrando que no sabían el ABC de fusiones y adquisiciones. Y que Hubris dominaba sus decisiones.
Hasta Baninter, la historia bancaria de nuestro país había demostrado que los dominicanos, salvo honrosas excepciones, no sabíamos administrar el dinero ajeno. La mayoría de los agentes competían en un mercado con demasiadas sombras y pocas luces. La creación y posterior quiebra de entidades bancarias y financieras fue la historia común en nuestro país, desde la muerte del dictador Trujillo en 1961 hasta el gran colapso del 2003. Todo ello con la complicidad o al menos con la dejadez de los órganos reguladores.
La crisis bancaria del 2003 tuvo implicaciones judiciales. Ahí está la historia. Desde mi punto de vista, una gestión de crisis muy mal manejada, que provocó muchos daños colaterales, mucha destrucción de valor tangible e intangible y en ocasiones, judicializaciones innecesarias.
Lo positivo, se fortaleció el régimen de consecuencias y vinieron reformas con las políticas públicas para reestructurar, reorganizar y profundizar la regulación del sistema bancario y financiero de la Republica Dominicana. Eso es transformar una crisis en una oportunidad de cambio. Hoy nuestro sistema bancario es envidia de la región. Nuestros reguladores Superintendencia de Bancos y Banco Central son respetados y respetables.
Medusa me recuerda a Baninter. En este sentido, comparto la afirmación del periodista y comunicador Víctor Bautista, quien en su cuenta de Twitter escribió:
“Un expediente o acusación con ‘mucha grasa’ (referencias que no vienen al caso, que nada aportan al proceso) es lo contrario a un expediente ‘esbelto’, que va al punto, al objeto. Estoy mirando muchos ‘chichos’ innecesarios en las 12,000 páginas.”
“Al margen de ‘la grasa’, que mete al medio a entes que no han pecado, el Ministerio Público ha hecho un trabajo histórico con el expediente Medusa”.
“¿Una acusación debe tener contexto? Sí. Pero lógico y útil. Medusa es un río fuera de su cauce con grandes costos asociados. La historia también juzgará”.
Medusa, al igual que Baninter, “tiene mucha grasa” y eso no debe distraernos de los objetivos. No es más morbosidad ni resentimiento social lo que aspiramos de este proceso. La clave de todo esto es el fortalecimiento de un auténtico régimen de consecuencias. Por eso, además de desearle, el mayor de los éxitos a nuestro Ministerio Público, la clave transformadora es que vengan las reformas que a partir de ahora vamos a implementar para tener una auténtica política criminal que debe empezar fortaleciendo la institucionalidad, la eficiencia y la efectividad operativa de nuestro ministerio público, partiendo de una auténtica autonomía presupuestal, pues como sabemos no son más leyes sino más legalidad lo que necesitamos.
En ese orden, varias instituciones académicas, empresariales y de origen netamente ciudadano de Santiago, agrupadas en la Iniciativa Ciudadana Cuentas Claras presentaron un ante proyecto de ley en este sentido. Aprovechemos el mismo ahora, para lo cual no se necesita una reforma constitucional.
Así como Baninter fue un punto de inflexión a favor del sistema bancario de nuestro país. Hagamos que Medusa sea un punto de inflexión a favor del Ministerio Público.