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Ana Redondo: “Llegué a Igualdad con la idea de rebajar el tono porque era difícil avanzar con crispación”

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La ministra de Igualdad adelanta que las violencias digital, institucional y económica estarán incluidas en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género

Escrito por: Celeste López-Madrid

Ana Redondo (Valladolid, 1966) está de celebración. Hace justo un año (21 de noviembre) que se hizo cargo del Ministerio de Igualdad, hasta entonces, en manos de Irene Montero (Podemos). Reconoce que no ha sido fácil, por un lado, adaptarse a Madrid, una ciudad “incómoda desde el punto de vista del tráfico, donde el tiempo no lo controlas tú, te controla” y por la presión mediática que vivió al heredar un ministerio en el centro informativo por la reducción de penas a algunos violadores que llevó aparejada la ley del ‘solo sí es sí’. “Había una gran expectativa sobre si íbamos a desmantelar las leyes del equipo anterior, que en realidad eran también leyes socialistas, y si íbamos a hacer una transformación completa de las políticas públicas”, recuerda. Nada de eso ocurrió, pero en este año el Ministerio de Igualdad no está en el foco informativo.

¿Le pidió el presidente Sánchez que rebajara el tono de este ministerio?

Yo venía con esa idea, pero el presidente no me pidió rebajar el tono, me pidió que avanzáramos en derechos e igualdad. Me di cuenta de que era muy difícil avanzar con ese grado de crispación, si tienes encima de ti toda la presión de los focos que quieren sacar cualquier mínima cuestión como un gran enfrentamiento. Me di cuenta de que necesitábamos rebajar y para rebajar fundamentalmente hay que escuchar.

Un año de su nombramiento y 20 años de la Ley de Violencia de Género…

Una ley que ha transformado la vida del país y la de muchas mujeres. Porque sacó del ámbito privado la violencia de género, que estaba circunscrita al ámbito doméstico, al ámbito intrafamiliar. Ahora, la extrema derecha pretende devolver al ámbito intrafamiliar y, de hecho, la terminología que utiliza es ésa, violencia intrafamiliar, violencia doméstica. Las palabras nunca son inocentes, siempre expresan el alcance de un pensamiento.

Esa ley se aprobó por unanimidad. ¿Ahora sería posible?

Ese gran consenso social del 2004 creo que permanece hasta hoy y es el que ha hecho que la sociedad avance. La extrema derecha ha irrumpido en las instituciones y eso hace quebrar uno de los grandes consensos que yo creo que debemos recuperar cuanto antes.

¿El consenso sobre la igualdad?

Creo que si hay una política de Estado con mayúsculas, si hay una política en la que toda la sociedad está compartiendo espacio es la igualdad. La igualdad es la gran conquista democrática, y en la igualdad estábamos todos de acuerdo, en que era bueno, en que es un valor seguro, en que es el interés general el que defiende la igualdad.

¿Ese consenso se plasmará en la renovación del Pacto de Estado contra la Violencia de Género?

La subcomisión está trabajando bien. Prácticamente hablo todos los días con mis compañeras en el Congreso y me dicen que el trabajo es muy serio, muy riguroso, que se está participando muchísimo y que hay una buena disposición de la inmensa mayoría de los grupos parlamentarios. Incluso, Vox está participando, a veces para retrasar, a veces para saber qué se está debatiendo, pero está participando. Y creo que es importante que también desde Vox se conozca que ésta es una gran política de Estado.

Ese nuevo pacto incluirá nuevas formas de violencia.

Incorporaría tres cosas. La primera, una mayor formación. Y cuando hablamos de formación, hablamos desde la coeducación, es decir, niños y niñas educados en igualdad. Y aquí, abro un paréntesis, porque creo que este país perdió una gran oportunidad histórica que ahora podríamos valorar con la asignatura de Educación para la Ciudadanía, que se intentó en el Gobierno de Zapatero y finalmente con la ley Wert se echó para atrás, pero que era una asignatura que incidía precisamente en todos estos temas: en el respeto, en la solución pacífica de conflictos, en la igualdad de trato, en la igualdad de oportunidades. Era una asignatura transversal imprescindible. Yo creo que si hoy, con esa perspectiva histórica, pudiéramos valorar esa asignatura, diríamos que nuestro país era otro, sinceramente, y habría evolucionado hacia una mayor igualdad de una manera más ágil. Eso no ocurrió, no pudo ser. Lamentablemente, las batallas políticas en el siglo XIX eran con las Constituciones, en el siglo XX y XXI fueron con las leyes de educación.

¿Y a los jueces?

Es imprescindible reforzarla a nivel judicial. Creo que debería ser una obligación para todos los jueces, juezas, fiscales y fiscalas, y también para los colegios de abogados.

¿Eso lo incluirá el pacto de Estado?

Estamos trabajando para incorporarlo, sí-. Porque la formación es esencial, es una piedra angular sobre la que se construye luego toda la respuesta de los poderes públicos frente a la violencia.

¿En segundo lugar?

Mayor coordinación. Yo creo que, efectivamente, el Estado somos todos y la cogobernanza hace que todas las administraciones tengan que estar implicadas. Y no es posible avanzar desde el ministerio si luego las comunidades autónomas o los municipios, incluso, no van en la misma línea de avanzar ágilmente hacia una sociedad más equitativa, más igualitaria y más democrática.

¿Qué nuevas formas de violencia incluirá el Pacto de Estado?

Nuevas formas muy sofisticadas, que están surgiendo a raíz de las redes sociales, como la violencia digital, el acoso digital, la pornografía y sobre todo, el cómo acceden a esa pornografía muy violenta los adolescentes, los más jóvenes, desde los ocho años. Hay ya un consumo muy habitual de pornografía en internet. Eso tiene consecuencias terribles, porque muchos jóvenes a esas edades ni siquiera han desarrollado la empatía y entienden normal ese tipo de relación afectiva sexual.

Lo comentaba hace poco un joven que él no se excitaba si no agarraba del pelo a su compañera en los actos sexuales y que necesitaba eso. Eso lo ha visto en la pornografía y lo ha asumido como normal. Y ellas también lo están haciendo.

También incluirá el pacto otras violencias como la institucional y la económica, que están surgiendo con mucha fuerza.

Volviendo a los adolescentes y los jóvenes, ¿cree que son más machistas que sus padres?

No lo creo, porque a pesar de todo lo que decimos se han educado en democracia, y la democracia es la escuela de la igualdad. Nuestra generación ha nacido en democracia y la generación de mis hijas se ha desarrollado en una democracia cada vez más perfeccionada. Por eso yo creo que efectivamente la igualdad ya es un mínimo común denominador. Pero lo que estamos viendo y lo que nos dicen los datos, y a mí me preocupa, es la brecha que se ha generado en la misma generación.

¿En qué sentido?

Una brecha en la que las mujeres, el 80% considera que todavía no hemos alcanzado y estamos lejos de alcanzar el nivel de igualdad que nos gustaría. Y los chavales, en un 45%, los entienden que nos hemos pasado de frenada, que nos hemos pasado con la igualdad. Ese decalaje, esa brecha, me parece muy preocupante. Porque muy probablemente el diálogo se va a hacer muy complicado, más difícil.

¿Entre la pareja?

Sí, va a ser difícil, porque partimos de intereses a veces diferentes y de percepciones de la igualdad y de la realidad diferentes. Y eso hace más difícil el diálogo.

¿Por qué cree que se produce esa diferencia de percepciones?

Creo que tiene que ver con las redes sociales, porque los algoritmos nos refuerza en los estereotipos y nos refuerzan en el prejuicio. Si un chaval entiende que, por lo que sea, él está perdiendo privilegios a través de la igualdad, él va a buscar el refuerzo de esa idea y los algoritmos se lo va a dar, le va a seguir alimentando, muchas veces a base de bulos, a base de mentiras, con lo que su refuerzo diario va a ser muy potente y eso probablemente provoque lo que ya estamos viendo, que se rompan los puentes, se rompa la interlocución.

Hablando de rupturas, ayer en la manifestación del 25-N dos manifestaciones por la división del movimiento feminista.

Creo que la cuestión es de acentos, no de cuestiones de fondo, no hay una cuestión realmente de fondo que nos impida compartir el espacio. Lo importante para mí es que el 25-N habrá una voz con muchos acentos, pero una gran voz en la calle, manifestándose por la igualdad (la entrevista se realizó el 21 de noviembre). Y ahí está todo el movimiento feminista, que siempre ha sido un movimiento complejo, dividido por distintos acentos, por lo que considera que tiene que ser lo primero hacia lo que debamos caminar. Y eso no nos tiene que hacer perder la perspectiva, que éste es el gran movimiento transformador de la sociedad.

Una de esas diferencias tiene que ver con el abolicionismo de la prostitución que defienden las feministas cercanas al PSOE, pero que ha sido rechazado en el Congreso. ¿Lo volverán a intentar?

Ahora mismo tenemos en cartera la ley de trata, pero a principio de año volveremos a hablar, a negociar, a consensuar un proyecto de ley de abolición de la prostitución, porque yo creo que ahí está el germen de la desigualdad. Es una realidad que en muchos países ya se ha regulado de forma abolicionista. Estoy hablando, por ejemplo, con mi homóloga francesa, donde efectivamente la abolición en Francia ha tenido una repercusión positiva y creo que conociendo las experiencias de otros países, siendo conscientes de las dificultades, avanzaremos hacia un país libre de prostitución, porque sin duda será un país más democrático

Fuente: LA VANGUARDIA

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La ministra de Igualdad adelanta que las violencias digital, institucional y económica estarán incluidas en el Pacto de Estado contra la Violencia de Género

Escrito por: Celeste López-Madrid

Ana Redondo (Valladolid, 1966) está de celebración. Hace justo un año (21 de noviembre) que se hizo cargo del Ministerio de Igualdad, hasta entonces, en manos de Irene Montero (Podemos). Reconoce que no ha sido fácil, por un lado, adaptarse a Madrid, una ciudad “incómoda desde el punto de vista del tráfico, donde el tiempo no lo controlas tú, te controla” y por la presión mediática que vivió al heredar un ministerio en el centro informativo por la reducción de penas a algunos violadores que llevó aparejada la ley del ‘solo sí es sí’. “Había una gran expectativa sobre si íbamos a desmantelar las leyes del equipo anterior, que en realidad eran también leyes socialistas, y si íbamos a hacer una transformación completa de las políticas públicas”, recuerda. Nada de eso ocurrió, pero en este año el Ministerio de Igualdad no está en el foco informativo.

¿Le pidió el presidente Sánchez que rebajara el tono de este ministerio?

Yo venía con esa idea, pero el presidente no me pidió rebajar el tono, me pidió que avanzáramos en derechos e igualdad. Me di cuenta de que era muy difícil avanzar con ese grado de crispación, si tienes encima de ti toda la presión de los focos que quieren sacar cualquier mínima cuestión como un gran enfrentamiento. Me di cuenta de que necesitábamos rebajar y para rebajar fundamentalmente hay que escuchar.

Un año de su nombramiento y 20 años de la Ley de Violencia de Género…

Una ley que ha transformado la vida del país y la de muchas mujeres. Porque sacó del ámbito privado la violencia de género, que estaba circunscrita al ámbito doméstico, al ámbito intrafamiliar. Ahora, la extrema derecha pretende devolver al ámbito intrafamiliar y, de hecho, la terminología que utiliza es ésa, violencia intrafamiliar, violencia doméstica. Las palabras nunca son inocentes, siempre expresan el alcance de un pensamiento.

Esa ley se aprobó por unanimidad. ¿Ahora sería posible?

Ese gran consenso social del 2004 creo que permanece hasta hoy y es el que ha hecho que la sociedad avance. La extrema derecha ha irrumpido en las instituciones y eso hace quebrar uno de los grandes consensos que yo creo que debemos recuperar cuanto antes.

¿El consenso sobre la igualdad?

Creo que si hay una política de Estado con mayúsculas, si hay una política en la que toda la sociedad está compartiendo espacio es la igualdad. La igualdad es la gran conquista democrática, y en la igualdad estábamos todos de acuerdo, en que era bueno, en que es un valor seguro, en que es el interés general el que defiende la igualdad.

¿Ese consenso se plasmará en la renovación del Pacto de Estado contra la Violencia de Género?

La subcomisión está trabajando bien. Prácticamente hablo todos los días con mis compañeras en el Congreso y me dicen que el trabajo es muy serio, muy riguroso, que se está participando muchísimo y que hay una buena disposición de la inmensa mayoría de los grupos parlamentarios. Incluso, Vox está participando, a veces para retrasar, a veces para saber qué se está debatiendo, pero está participando. Y creo que es importante que también desde Vox se conozca que ésta es una gran política de Estado.

Ese nuevo pacto incluirá nuevas formas de violencia.

Incorporaría tres cosas. La primera, una mayor formación. Y cuando hablamos de formación, hablamos desde la coeducación, es decir, niños y niñas educados en igualdad. Y aquí, abro un paréntesis, porque creo que este país perdió una gran oportunidad histórica que ahora podríamos valorar con la asignatura de Educación para la Ciudadanía, que se intentó en el Gobierno de Zapatero y finalmente con la ley Wert se echó para atrás, pero que era una asignatura que incidía precisamente en todos estos temas: en el respeto, en la solución pacífica de conflictos, en la igualdad de trato, en la igualdad de oportunidades. Era una asignatura transversal imprescindible. Yo creo que si hoy, con esa perspectiva histórica, pudiéramos valorar esa asignatura, diríamos que nuestro país era otro, sinceramente, y habría evolucionado hacia una mayor igualdad de una manera más ágil. Eso no ocurrió, no pudo ser. Lamentablemente, las batallas políticas en el siglo XIX eran con las Constituciones, en el siglo XX y XXI fueron con las leyes de educación.

¿Y a los jueces?

Es imprescindible reforzarla a nivel judicial. Creo que debería ser una obligación para todos los jueces, juezas, fiscales y fiscalas, y también para los colegios de abogados.

¿Eso lo incluirá el pacto de Estado?

Estamos trabajando para incorporarlo, sí-. Porque la formación es esencial, es una piedra angular sobre la que se construye luego toda la respuesta de los poderes públicos frente a la violencia.

¿En segundo lugar?

Mayor coordinación. Yo creo que, efectivamente, el Estado somos todos y la cogobernanza hace que todas las administraciones tengan que estar implicadas. Y no es posible avanzar desde el ministerio si luego las comunidades autónomas o los municipios, incluso, no van en la misma línea de avanzar ágilmente hacia una sociedad más equitativa, más igualitaria y más democrática.

¿Qué nuevas formas de violencia incluirá el Pacto de Estado?

Nuevas formas muy sofisticadas, que están surgiendo a raíz de las redes sociales, como la violencia digital, el acoso digital, la pornografía y sobre todo, el cómo acceden a esa pornografía muy violenta los adolescentes, los más jóvenes, desde los ocho años. Hay ya un consumo muy habitual de pornografía en internet. Eso tiene consecuencias terribles, porque muchos jóvenes a esas edades ni siquiera han desarrollado la empatía y entienden normal ese tipo de relación afectiva sexual.

Lo comentaba hace poco un joven que él no se excitaba si no agarraba del pelo a su compañera en los actos sexuales y que necesitaba eso. Eso lo ha visto en la pornografía y lo ha asumido como normal. Y ellas también lo están haciendo.

También incluirá el pacto otras violencias como la institucional y la económica, que están surgiendo con mucha fuerza.

Volviendo a los adolescentes y los jóvenes, ¿cree que son más machistas que sus padres?

No lo creo, porque a pesar de todo lo que decimos se han educado en democracia, y la democracia es la escuela de la igualdad. Nuestra generación ha nacido en democracia y la generación de mis hijas se ha desarrollado en una democracia cada vez más perfeccionada. Por eso yo creo que efectivamente la igualdad ya es un mínimo común denominador. Pero lo que estamos viendo y lo que nos dicen los datos, y a mí me preocupa, es la brecha que se ha generado en la misma generación.

¿En qué sentido?

Una brecha en la que las mujeres, el 80% considera que todavía no hemos alcanzado y estamos lejos de alcanzar el nivel de igualdad que nos gustaría. Y los chavales, en un 45%, los entienden que nos hemos pasado de frenada, que nos hemos pasado con la igualdad. Ese decalaje, esa brecha, me parece muy preocupante. Porque muy probablemente el diálogo se va a hacer muy complicado, más difícil.

¿Entre la pareja?

Sí, va a ser difícil, porque partimos de intereses a veces diferentes y de percepciones de la igualdad y de la realidad diferentes. Y eso hace más difícil el diálogo.

¿Por qué cree que se produce esa diferencia de percepciones?

Creo que tiene que ver con las redes sociales, porque los algoritmos nos refuerza en los estereotipos y nos refuerzan en el prejuicio. Si un chaval entiende que, por lo que sea, él está perdiendo privilegios a través de la igualdad, él va a buscar el refuerzo de esa idea y los algoritmos se lo va a dar, le va a seguir alimentando, muchas veces a base de bulos, a base de mentiras, con lo que su refuerzo diario va a ser muy potente y eso probablemente provoque lo que ya estamos viendo, que se rompan los puentes, se rompa la interlocución.

Hablando de rupturas, ayer en la manifestación del 25-N dos manifestaciones por la división del movimiento feminista.

Creo que la cuestión es de acentos, no de cuestiones de fondo, no hay una cuestión realmente de fondo que nos impida compartir el espacio. Lo importante para mí es que el 25-N habrá una voz con muchos acentos, pero una gran voz en la calle, manifestándose por la igualdad (la entrevista se realizó el 21 de noviembre). Y ahí está todo el movimiento feminista, que siempre ha sido un movimiento complejo, dividido por distintos acentos, por lo que considera que tiene que ser lo primero hacia lo que debamos caminar. Y eso no nos tiene que hacer perder la perspectiva, que éste es el gran movimiento transformador de la sociedad.

Una de esas diferencias tiene que ver con el abolicionismo de la prostitución que defienden las feministas cercanas al PSOE, pero que ha sido rechazado en el Congreso. ¿Lo volverán a intentar?

Ahora mismo tenemos en cartera la ley de trata, pero a principio de año volveremos a hablar, a negociar, a consensuar un proyecto de ley de abolición de la prostitución, porque yo creo que ahí está el germen de la desigualdad. Es una realidad que en muchos países ya se ha regulado de forma abolicionista. Estoy hablando, por ejemplo, con mi homóloga francesa, donde efectivamente la abolición en Francia ha tenido una repercusión positiva y creo que conociendo las experiencias de otros países, siendo conscientes de las dificultades, avanzaremos hacia un país libre de prostitución, porque sin duda será un país más democrático

Fuente: LA VANGUARDIA

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