Pablo McKinney
Como gracias a Milán Kundera y su Insoportable levedad del ser sabemos los dominicanos que el azar es asunto del amor y no de la política, les recuerdo que recientemente Danilo Medina y Luis Abinader “se pusieron de acuerdo para coincidir casualmente” en las honras fúnebres de la madre de los Montás (mi reiterado solidario abrazo a Temo y toda la familia); mientras el pasado miércoles, en la biblioteca Pedro Mir, de la UASD, el acto de presentación de un libro de Julio César Valentín a uno le pareció una convención unificada del PRM y los dos PLD, custodiados ambos por la otrora combativa sociedad civil, hoy tan ocupada.
Indudablemente, el PRM ha aprendido la lección que siendo gobierno le enseñó el PLD: “Para ganar elecciones no basta con mantener la unidad propia, también hay que propiciar la división del adversario”, lo que ha iniciado en la fauna política dominicana “la segunda del noveno” del Dr. Rubén Blades.
Precisamente, finalizando “la segunda del noveno” político andábamos los dominicanos cuando un informe de la Unidad Antifraude de la Controlaría General realizado a solicitud de la PEPCA para investigar pagos irregulares desde el Estado, fue filtrado -con gadejo y “malaleche”- a la prensa y las redes sociales.
En el informe encontramos nombres de mansos y cimarrones, de tirios y troyanos, incluidos aquellos a los que el Estado les pagó deudas por concepto de propiedades declaradas de utilidad pública.
Esos mansos y troyanos son nombrados en el informe, no por la sospecha de ningún delito cometido sino por haber sido víctimas de una supuesta mafia que le habría cobrado un porcentaje para hacer efectivo el pago de esas deudas tan viejascomo legales y debidamente certificadas, pero fueron mencionados, lo que automáticamente les convirtió en -social y mediáticamente- culpables sin ni siquiera ser acusados, sometidos, encartados.“¡Vé qué vaina!”
Por todo lo logrado hasta ahora, aplaudo a mis damas de amarillo, ¡ay!, pero ¡Cuidado! Si queremos hacer justicia, cuidémonos de la (IN) Justicia mediática tan de moda, y una vez más vuelvo a repetirlo, perdón por la insistencia, pero es que el país nacional no necesita fusilamientos mediáticos sino sentencias definitivas.
Entonces, mis dilectas, continúen hiriendo de muerte a la impunidad, pero sin ceder a la tentación de asesinar derechos fundamentales, el debido proceso, y el fundamental respeto a la presunción de inocencia.
He ahí el gran desafío de Uds., de nosotros, de ellos, de Juancito Pérez Vidal, alias Tito, y Checherén “El Zapatero”, para que llegue el día en que, parafraseando a Joaquín, en el país ser honesto no salga tan caro y ser corrupto no valga la pena. No sé si me explico.