Escrito por: Pablo McKinney
El problema de las exoneraciones a los diputados, no son las exoneraciones, sino el absurdo de que sean dos ¡e ilimitadas!
Es cierto que otros servidores públicos de alto nivel reciben exoneraciones de vehículos, pero sólo reciben UNA, honorables, como mandan la lógica y el sentido común. ¡A los dos años, una jeepeta todavía huele a nueva! Además, existen otras opciones que se aplican en muchos países organizados. Veamos una, preguntando con “gadejo” lo siguiente: ¿qué le falta, por ejemplo, a la versión más completa de Toyota 4 Runner o Ford Explorer, para que al iniciar su gestión de cuatro años a cada diputado le sea asignada una jeepeta de la marca que haya ganado una licitación pública celebrada para tales fines?
El esquema podría extenderse a todo el Estado. Así, cercano ya el 2025, uno pregunta, ¿cuántas jeepetas, carros, autobuses y camionetas necesitará el Estado dominicano para el 2026? Obtenido el dato, una licitación internacional ahorraría miles de millones de pesos a un Estado dominicano en números rojos desde 2005. Hablo de un Estado que cada año toma prestado para pagar préstamos y completar el Presupuesto, y es lo más parecido al tipo que conduce una jeepeta de alta gama, vive en lujoso pent house de Piantini, y viaja a Miami con la frecuencia con que yo veo morir las tardes en Salinas… pero “le debe hasta a las mil vírgenes”, y vive en el mensual apuro de pagar una tarjeta con la otra, en el ruego permanente al amigo banquero para que cada mes evite que su hipoteca “pase a legal”. Como ese amigo, desde 2005 nuestros gobiernos han sido y son allantosos, mareadores, parejeros, pantallosos.
Como Peña Gómez, nuestros políticos deben ser capaces “de mirar más allá de la curva”. Ahora que acabamos de fracasar en aprobar una reforma fiscal cuya más frecuente crítica recibida fue aquello de que no basta con subir impuestos si el gobierno no mejora la calidad y la lógica de su gasto, nuestra partidocracia reinante (PRM, PLD, FP) debe entender el mal momento por el que atraviesa la democracia ante un ciudadano cada vez más desconfiando y descreído de ella.
La antipolítica está moda. El populismo avanza. Y si algo faltaba, aunque les voten, cada día los políticos y la política genera en la ciudadanía menos confianza que un vendedor de autos usados. ¡Que por consejos no quede!
Fuente: Listín Diario