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No fue solo genialidad del PLD ni del PRM

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Por Rosario Espinal

No intento quitar méritos al trabajo del PLD ni del PRM en su camino al poder. Mi objetivo aquí es indicar que las posibilidades de ascenso electoral de un partido (el que sea), no solo depende de la genialidad de su estrategia, sino también del deterioro de los demás. ¡Obvio!

En 1996, el PLD llegó al poder porque a Joaquín Balaguer y a muchos de sus seguidores les aterraba la idea de que un negro de origen haitiano como José Francisco Peña Gómez llegara a la Presidencia.

Por el fraude electoral de 1994 contra el PRD y Peña Gómez, Balaguer tuvo que firmar, bajo presión internacional, el Pacto por la Democracia que estableció celebrar elecciones en dos años (1996) sin su participación.

Caudillo al fin, no preparó su partido para la sucesión y el PRSC quedó en tercer lugar en la primera vuelta de 1996 con 14.9% de los votos, siguió el PLD con 38.9% y el PRD con 45.9%. Comparemos: en 1994, el PRSC había obtenido 42.3% de los votos y el PLD 13.1%; o sea que, de 1994 a la primera vuelta de 1996 el PRSC cayó 27.4% y el PLD subió 25.8% (casi el mismo porcentaje que uno aumentó el otro perdió).

Nadie obtuvo el 50+1 en la primera vuelta de 1996 y hubo segunda ronda entre el PRD y el PLD. Balaguer ofreció su apoyo al PLD, asegurando su triunfo con 51.2% de los votos.

En el año 2000, Balaguer (caudillo hasta la sepultura) volvió a presentarse como candidato y obtuvo 24.6% de los votos, el PLD 24.9% y el PRD 49.8%. Como Peña Gómez había muerto en 1998, Balaguer facilitó el triunfo del PRD, concediendo la victoria a Hipólito Mejía sin segunda vuelta, a pesar de no haber alcanzado el 50+1.

Balaguer murió en el 2002, el Gobierno de Hipólito Mejía enfrentó una crisis bancaria en el 2003-2004, y el PLD volvió triunfante con 57.1% de los votos en el 2004. Ahí el PLD absorbió la masa votante de Balaguer ya en el sepulcro (el PRSC apenas obtuvo el 8.6 por ciento).

En el 2013, el PRD se dividió por disputas de liderazgo y su dirigencia histórica se fue a formar el PRM. En el 2016, el PRM se convirtió en el segundo partido de mayor flujo electoral al recibir 34.9% de los votos, proveniente fundamentalmente del perredeísmo.
El PRD, sin liderazgo cautivador, fue aliado minoritario del PLD y alcanzó solo 5.8% de los votos.

En resumen, el ascenso electoral del PLD fue a costa del PRSC, y el del PRM a costa del PRD.

En las elecciones de 2020, el PRM ganó con 52.5% de los votos, el PLD (desgastado con 16 años consecutivos en el poder) obtuvo 37.5% y la recién creada Fuerza del Pueblo, producto de la división del PLD, 8.9% (porcentajes todos con aliados). Como el padrón electoral tiene un número finito de personas inscritas, para que un partido minoritario crezca, sus votantes tienen que provenir de algún lado. Esta es una de las principales interrogantes del 2024.

Fuente: Hoy.

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Por Rosario Espinal

No intento quitar méritos al trabajo del PLD ni del PRM en su camino al poder. Mi objetivo aquí es indicar que las posibilidades de ascenso electoral de un partido (el que sea), no solo depende de la genialidad de su estrategia, sino también del deterioro de los demás. ¡Obvio!

En 1996, el PLD llegó al poder porque a Joaquín Balaguer y a muchos de sus seguidores les aterraba la idea de que un negro de origen haitiano como José Francisco Peña Gómez llegara a la Presidencia.

Por el fraude electoral de 1994 contra el PRD y Peña Gómez, Balaguer tuvo que firmar, bajo presión internacional, el Pacto por la Democracia que estableció celebrar elecciones en dos años (1996) sin su participación.

Caudillo al fin, no preparó su partido para la sucesión y el PRSC quedó en tercer lugar en la primera vuelta de 1996 con 14.9% de los votos, siguió el PLD con 38.9% y el PRD con 45.9%. Comparemos: en 1994, el PRSC había obtenido 42.3% de los votos y el PLD 13.1%; o sea que, de 1994 a la primera vuelta de 1996 el PRSC cayó 27.4% y el PLD subió 25.8% (casi el mismo porcentaje que uno aumentó el otro perdió).

Nadie obtuvo el 50+1 en la primera vuelta de 1996 y hubo segunda ronda entre el PRD y el PLD. Balaguer ofreció su apoyo al PLD, asegurando su triunfo con 51.2% de los votos.

En el año 2000, Balaguer (caudillo hasta la sepultura) volvió a presentarse como candidato y obtuvo 24.6% de los votos, el PLD 24.9% y el PRD 49.8%. Como Peña Gómez había muerto en 1998, Balaguer facilitó el triunfo del PRD, concediendo la victoria a Hipólito Mejía sin segunda vuelta, a pesar de no haber alcanzado el 50+1.

Balaguer murió en el 2002, el Gobierno de Hipólito Mejía enfrentó una crisis bancaria en el 2003-2004, y el PLD volvió triunfante con 57.1% de los votos en el 2004. Ahí el PLD absorbió la masa votante de Balaguer ya en el sepulcro (el PRSC apenas obtuvo el 8.6 por ciento).

En el 2013, el PRD se dividió por disputas de liderazgo y su dirigencia histórica se fue a formar el PRM. En el 2016, el PRM se convirtió en el segundo partido de mayor flujo electoral al recibir 34.9% de los votos, proveniente fundamentalmente del perredeísmo.
El PRD, sin liderazgo cautivador, fue aliado minoritario del PLD y alcanzó solo 5.8% de los votos.

En resumen, el ascenso electoral del PLD fue a costa del PRSC, y el del PRM a costa del PRD.

En las elecciones de 2020, el PRM ganó con 52.5% de los votos, el PLD (desgastado con 16 años consecutivos en el poder) obtuvo 37.5% y la recién creada Fuerza del Pueblo, producto de la división del PLD, 8.9% (porcentajes todos con aliados). Como el padrón electoral tiene un número finito de personas inscritas, para que un partido minoritario crezca, sus votantes tienen que provenir de algún lado. Esta es una de las principales interrogantes del 2024.

Fuente: Hoy.

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