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“Mami, ¡perseveré!”: la inspiradora historia de un joven graduado de la UPR con honores que ahora hará su doctorado en Purdue University

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El joven químico Ronaldo H. Franjul, hijo de una madre dominicana y admitido a seis universidades prestigiosas de Estados Unidos, cuenta a El Nuevo Día los obstáculos que enfrentó durante su crecimiento y lo que lo ayudó a superarlos

Desde temprana edad, Ronaldo H. Franjul estuvo expuesto a la violencia armada en los barrios alrededor de su escuela, al racismo y a la xenofobia por ser dominicano. A pesar de perder a muchas amistades en su adolescencia por el narcotráfico, el joven de 24 años perseveró, se graduó con honores y se dirige a completar su doctorado en Purdue University, en Indiana.

“Cuando me gradúe como ingeniero químico de materiales, me gustaría volver a Puerto Rico a ejercer como profesor. Quizás para poder dar un poquito de eso que los profesores me dieron a mí. Quiero impactar otras vidas como hicieron con la mía y con muchos otros amigos”, dijo Franjul mediante una videollamada desde California, donde completa un programa para costear sus estudios graduados como parte de una beca que ganó.

El egresado del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR) se graduó, la semana pasada, de un bachillerato en Química de la Facultad de Ciencias Naturales con la distinción Summa Cum Laude. En agosto, empieza sus estudios doctorales en el Programa de Ingeniería de Materiales de Purdue University en Indiana. Después de ser aceptado en seis universidades prestigiosas de Estados Unidos, escogió Purdue.

“Mami, ¡perseveré! Perseveré cuando a la mitad de mis amigos los mataron. Perseveré cuando tuve que ser autodidacta en elemental e intermedia. Perseveré al entrar a la IUPI…”, compartió el estudiante hace unos días en Facebook, historia que se viralizó en las redes sociales.

Franjul nació el 9 de julio del 1998 en Nueva Jersey, al noreste de Estados Unidos, pero tres meses después se mudó a República Dominicana, dónde vivió hasta los seis años. Durante ese tiempo, por razones económicas, estuvo separado de su mamá, quien tenía tres trabajos para lograr enviar dinero a sus otros hijos y poder regularizar su estatus migratorio en Puerto Rico.

“Tenía tres trabajos a la vez, y por eso no me podía cuidar. Decidió que lo mejor, en ese entonces, era mandarme a República Dominicana con mi abuela. Entonces, viví con mi abuela hasta que falleció y, después estuve con mi tía”, contó el joven de 24 años, recién cumplidos ayer.

Para Franjul, su madre Amarilis Franjul Alcántara, de 50 años, fue su faro que lo ayudó a cumplir todas sus metas.

“Mi mamá es tremenda guerrera. Ella empezó bien desde cero. Tuvo que dejar de estudiar para poder ayudar a mi abuelo porque estaba pasando por una situación económica”, compartió sobre su progenitora.

El químico recordó que, al llegar a Puerto Rico, sufrió acoso escolar. Entró en segundo grado a la escuela elemental Alejandro Tapia, en Santurce. Indicó que sintió la desigualdad y el resentimiento entre las personas dominicanas y puertorriqueñas. “Creo que tuve mucho ‘bullying’ cuando estaba empezando porque tenía el acento bien marcado”, dijo.

“Mi mamá me ayudó a madurar. Ella me preparó, me dijo lo que iba a pasar. Me dijo que no tenía que cambiar o dejar de ser quien yo era por lo que las personas pensaban”, resaltó sobre una de las enseñanzas de su progenitora.

Más adelante en su vida, vivió las consecuencias de la pobreza y el crimen organizado en los jóvenes. Desde los 10 años, veía a muchachos armados en su escuela pública y deambulantes en la entrada del plantel escolar en el casco de Río Piedras.

“Nosotros escuchábamos disparos durante las clases. Más de una vez, tuvimos que tirarnos al suelo por miedo a que un disparo nos tocara. Vi como muchos de mis compañeros de escuela elemental, desde chicos, ya estaban romantizando la idea de trabajar en los puntos de droga”, dijo Franjul.

El científico señaló que vio cómo muchos de sus amigos tomaron el camino erróneo y dejaron sus estudios. “Fue bien traumatizante el hecho de saber que perdí a la mayoría de mis amigos de (escuela) elemental cuando estábamos en intermedia, y lo mismo cuando estábamos en la escuela Superior Ramón Vila Mayo, en Río Piedras. (…) Sí, me marcó”, compartió el gallito de la UPR.

“Mami, ¡perseveré! Perseveré cuando a la mitad de mis amigos los mataron. Perseveré cuando tuve que ser autodidacta en elemental e intermedia. Perseveré al entrar a la IUPI.”MENSAJE ESCRITO POR EL JOVEN QUÍMICO EN SU CUENTA DE FACEBOOK

A pesar de que en muchas de sus clases en la escuela pública no tenía laboratorios por falta de recursos, resaltó que sus maestros le inculcaron el amor por la ciencia. “No teníamos laboratorio ni nada pero, sí, estaba la pasión ahí. El maestro se aseguraba de que nosotros pudiéramos ver todo de la mejor manera posible”, dijo.

Entró al Recinto de Río Piedras de la UPR con la intención de completar un bachillerato en Contabilidad, pero se cambió, durante el segundo semestre, a la Facultad de Ciencias Naturales. En un principio, no solicitó por su verdadera pasión porque necesitaba conseguir un trabajo que le dejara beneficios inmediatos para su familia. “Sabía que quizás hacer ciencia no era la mejor opción, no porque no sea una carrera viable, sino porque no es una carrera en la que tú puedas conseguir trabajo inmediato”, dijo.

Trabajó, junto a su mamá, en el puesto Los Vegetarianos en la Facultad de Humanidades del recinto riopedrense por varios años. Su madre lleva más de 20 años trabajando en la UPR. Actualmente, su familia tiene un negocio en el casco urbano de Río Piedras hace ocho años.

Durante su carrera universitaria, Franjul participó, durante 10 semestres, en investigaciones relacionadas con ciencias de materiales, nanotecnología y electroquímica. Además, realizó tres internados de verano durante su bachillerato.

“No subestimen el potencial que tienen las escuelas públicas y los maestros porque, en más de una ocasión, insistieron con cerrar nuestra escuela. El luchar por mi escuela fue lo que me permitió llegar a este punto”, destacó.

Fuente: El Nuevo Día.

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El joven químico Ronaldo H. Franjul, hijo de una madre dominicana y admitido a seis universidades prestigiosas de Estados Unidos, cuenta a El Nuevo Día los obstáculos que enfrentó durante su crecimiento y lo que lo ayudó a superarlos

Desde temprana edad, Ronaldo H. Franjul estuvo expuesto a la violencia armada en los barrios alrededor de su escuela, al racismo y a la xenofobia por ser dominicano. A pesar de perder a muchas amistades en su adolescencia por el narcotráfico, el joven de 24 años perseveró, se graduó con honores y se dirige a completar su doctorado en Purdue University, en Indiana.

“Cuando me gradúe como ingeniero químico de materiales, me gustaría volver a Puerto Rico a ejercer como profesor. Quizás para poder dar un poquito de eso que los profesores me dieron a mí. Quiero impactar otras vidas como hicieron con la mía y con muchos otros amigos”, dijo Franjul mediante una videollamada desde California, donde completa un programa para costear sus estudios graduados como parte de una beca que ganó.

El egresado del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR) se graduó, la semana pasada, de un bachillerato en Química de la Facultad de Ciencias Naturales con la distinción Summa Cum Laude. En agosto, empieza sus estudios doctorales en el Programa de Ingeniería de Materiales de Purdue University en Indiana. Después de ser aceptado en seis universidades prestigiosas de Estados Unidos, escogió Purdue.

“Mami, ¡perseveré! Perseveré cuando a la mitad de mis amigos los mataron. Perseveré cuando tuve que ser autodidacta en elemental e intermedia. Perseveré al entrar a la IUPI…”, compartió el estudiante hace unos días en Facebook, historia que se viralizó en las redes sociales.

Franjul nació el 9 de julio del 1998 en Nueva Jersey, al noreste de Estados Unidos, pero tres meses después se mudó a República Dominicana, dónde vivió hasta los seis años. Durante ese tiempo, por razones económicas, estuvo separado de su mamá, quien tenía tres trabajos para lograr enviar dinero a sus otros hijos y poder regularizar su estatus migratorio en Puerto Rico.

“Tenía tres trabajos a la vez, y por eso no me podía cuidar. Decidió que lo mejor, en ese entonces, era mandarme a República Dominicana con mi abuela. Entonces, viví con mi abuela hasta que falleció y, después estuve con mi tía”, contó el joven de 24 años, recién cumplidos ayer.

Para Franjul, su madre Amarilis Franjul Alcántara, de 50 años, fue su faro que lo ayudó a cumplir todas sus metas.

“Mi mamá es tremenda guerrera. Ella empezó bien desde cero. Tuvo que dejar de estudiar para poder ayudar a mi abuelo porque estaba pasando por una situación económica”, compartió sobre su progenitora.

El químico recordó que, al llegar a Puerto Rico, sufrió acoso escolar. Entró en segundo grado a la escuela elemental Alejandro Tapia, en Santurce. Indicó que sintió la desigualdad y el resentimiento entre las personas dominicanas y puertorriqueñas. “Creo que tuve mucho ‘bullying’ cuando estaba empezando porque tenía el acento bien marcado”, dijo.

“Mi mamá me ayudó a madurar. Ella me preparó, me dijo lo que iba a pasar. Me dijo que no tenía que cambiar o dejar de ser quien yo era por lo que las personas pensaban”, resaltó sobre una de las enseñanzas de su progenitora.

Más adelante en su vida, vivió las consecuencias de la pobreza y el crimen organizado en los jóvenes. Desde los 10 años, veía a muchachos armados en su escuela pública y deambulantes en la entrada del plantel escolar en el casco de Río Piedras.

“Nosotros escuchábamos disparos durante las clases. Más de una vez, tuvimos que tirarnos al suelo por miedo a que un disparo nos tocara. Vi como muchos de mis compañeros de escuela elemental, desde chicos, ya estaban romantizando la idea de trabajar en los puntos de droga”, dijo Franjul.

El científico señaló que vio cómo muchos de sus amigos tomaron el camino erróneo y dejaron sus estudios. “Fue bien traumatizante el hecho de saber que perdí a la mayoría de mis amigos de (escuela) elemental cuando estábamos en intermedia, y lo mismo cuando estábamos en la escuela Superior Ramón Vila Mayo, en Río Piedras. (…) Sí, me marcó”, compartió el gallito de la UPR.

“Mami, ¡perseveré! Perseveré cuando a la mitad de mis amigos los mataron. Perseveré cuando tuve que ser autodidacta en elemental e intermedia. Perseveré al entrar a la IUPI.”MENSAJE ESCRITO POR EL JOVEN QUÍMICO EN SU CUENTA DE FACEBOOK

A pesar de que en muchas de sus clases en la escuela pública no tenía laboratorios por falta de recursos, resaltó que sus maestros le inculcaron el amor por la ciencia. “No teníamos laboratorio ni nada pero, sí, estaba la pasión ahí. El maestro se aseguraba de que nosotros pudiéramos ver todo de la mejor manera posible”, dijo.

Entró al Recinto de Río Piedras de la UPR con la intención de completar un bachillerato en Contabilidad, pero se cambió, durante el segundo semestre, a la Facultad de Ciencias Naturales. En un principio, no solicitó por su verdadera pasión porque necesitaba conseguir un trabajo que le dejara beneficios inmediatos para su familia. “Sabía que quizás hacer ciencia no era la mejor opción, no porque no sea una carrera viable, sino porque no es una carrera en la que tú puedas conseguir trabajo inmediato”, dijo.

Trabajó, junto a su mamá, en el puesto Los Vegetarianos en la Facultad de Humanidades del recinto riopedrense por varios años. Su madre lleva más de 20 años trabajando en la UPR. Actualmente, su familia tiene un negocio en el casco urbano de Río Piedras hace ocho años.

Durante su carrera universitaria, Franjul participó, durante 10 semestres, en investigaciones relacionadas con ciencias de materiales, nanotecnología y electroquímica. Además, realizó tres internados de verano durante su bachillerato.

“No subestimen el potencial que tienen las escuelas públicas y los maestros porque, en más de una ocasión, insistieron con cerrar nuestra escuela. El luchar por mi escuela fue lo que me permitió llegar a este punto”, destacó.

Fuente: El Nuevo Día.

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