Eduardo Sanz Lovatón
Las transformaciones que comenzaron el 16 de agosto del 2020, son difíciles de explicar en la era de los 140 caracteres. Cuando el presidente Luis Abinader y el Partido Revolucionario Moderno asumieron las riendas del Estado, el panorama era sombrío, de incertidumbre total, al punto de que la propia juramentación se hizo en medio de un estado de excepción por la pandemia del covid-19, que tenía prácticamente paralizado el país y el mundo.
La tarea, por tanto, era doble. Por un lado, se necesitaba un liderazgo que transmitiera esperanza, confianza y fe en el porvenir; y al mismo tiempo garantizara la salud del pueblo dominicano y trabajara para recuperar la economía nacional. Los desafíos eran enormes.null
Hoy, las estadísticas indican que la economía se recuperó en el 2021, con un crecimiento de 12.4% del impacto de la crisis de salud más importante que ha vivido la humanidad desde la fiebre española a principios del siglo XX. Sin embargo, en febrero de este año se inició el primer conflicto bélico del continente europeo desde la segunda guerra mundial. Hecho que trastornó la cadena de suministro de los más importantes rubros de la economía mundial.
Justo es tomar en cuenta que aún antes de que los problemas globales impactaran la economía dominicana, la ciudadanía enfrentaba la sed de justicia de una población cansada de promesas incumplidas, que estaba sumida en una crisis moral por la impunidad por un lado, y las propias desigualdades inherentes en la economía dominicana, por el otro. En ese contexto, la clase política está sometida a grandes cuestionamientos, lo que representa un reto fundamental para las tareas del gobierno.
Luego de dos años de madrugadas sin descanso, de un trabajo en equipo sin precedentes, aunque muchos no lo vean, cualquier análisis que se haga sobre la sociedad dominicana de hoy, tendrá que admitir que estamos cambiando.
El cambio se siente entre los productores agrícolas que han recibido parte de los más de RD$55 mil millones de pesos en préstamos que ha otorgado el Banco Agrícola; en los pequeños productores de pollo que, a través de la Ley de Tasa Cero, han podido importar insumos; el cambio ha tocado los colaboradores de cada una de las 734 empresas de zonas francas que tenemos en el país, las cuales han recuperado los empleos pre-pandemia y los han excedido en más de 20 mil nuevos empleos; el cambio ha impactado a cada uno de los empleados de las cadenas hoteleras que eligieron la República Dominicana para reabrir sus puertas y que ha sido vital en la recuperación del turismo que, en lo que lleva de año, ya supera los 4 millones de habitantes sin todavía terminar agosto. El cambio se vive también entre los emprendedores propietarios de pequeñas empresas que han recibido créditos sin precedentes en Banreservas y otras instituciones del gobierno.
El impacto de todos los cambios también se asienta entre los suplidores o contratistas del Estado que han accedido a una de las obras de infraestructuras sin tener que participar en ningún esquema del pasado; se puede hablar también con cualquier estudiante en Elías Piña o Santiago Rodríguez, que pudo volver a las aulas; el cambio ha impactado a una gran cantidad de dominicanos en las provincias fronterizas que hoy tienen garantizado que se trabaja en su seguridad, en la protección de sus siembras y ganado y en la reducción del contrabando; el cambio llegó a los importadores que hoy sacan su mercancía en menos de 24 horas de nuestras aduanas, haciendo sus empresas más competitivas en toda la región. Se está cambiando si le preguntamos a los niños en Pedernales que hace varios años nacían condenandos a la pobreza y hoy pueden soñar con ser gerentes de un hotel por el rescate de la provincia impulsado por el presidente Luis Abinader, ellos sienten el cambio también. Lo sienten del color de la esperanza que brilla en sus ojos.
Preguntemos por el cambio a los dos millones de nuevos beneficiarios del Seguro Nacional de Salud y los beneficiarios de los títulos de propiedad saneados que se entregan con todo rigor. No hay un sólo dominicano que no haya sido impactado por el cambio que dirige Luis Abinader, porque abarca desde un Ministerio Público independiente, pasando por una economía revitalizada, por una reforma policial en proceso, impulsada a pesar de todos los riesgos. Ese es el cambio que soñamos al fundar el Partido Revolucionario Moderno y que hoy llega a la mitad de su camino en este primer cuatrienio.
Recuerdo en una reunión de trabajo político, un asesor decía que en Pedernales no había 30 mil votos, con lo que quiso significar que prestarle la atención que le ha dado el presidente, no tendría rédito político. Pero a pesar de eso, el presidente pone cada vez más empeño en desarrollar a Pedernales, enseñando una visión de principios en un gobernante. Una visión país que separa los estadistas de los meros politiqueros. Eso hoy se refleja en el plan de desarrollo para toda la zona fronteriza que además de ser justo en lo económico, al mismo tiempo contribuye a defender nuestra soberanía al modo de los famosos kibbutz de Israel.
Como en todo proceso de cambio, el pasado se resiste. En los próximos años, la sociedad dominicana se presentará ante una encrucijada donde, por un lado, tendremos los 20 años del pasado y por el otro, la posibilidad de que estos cambios, incipientes aún, se conviertan en el sueño dominicano que todos merecemos.
Los hombres y mujeres que acompañamos a Luis, seguiremos empujando el cambio. Y por ello repito a todo pulmón: El cambio está en marcha, y vamos a seguir con él. ¡Vamos!