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La ultraderecha acaricia el poder en Italia

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Italia puede pagar muy cara la marcha de Mario Draghi al frente del Gobierno. Su liderazgo había devuelto la confianza en Italia del resto de Europa y de los propios italianos. Ahora, como siempre pasa cuando la inflación se desborda, vuelve el resurgir de los populismos, con la apuesta ciudadana por la extrema derecha y sus propuestas demagógicas como esperanza de solución desesperada. Ha sucedido en Suecia, el país socialdemócrata por excelencia, y puede ser peor en Italia a partir de las elecciones que se celebran el próximo domingo.

Todas las encuestas dan por seguro el triunfo a las formaciones de extrema derecha, aliada de Silvio Berlusconi, frente a una izquierda que se presenta fragmentada. Si no hay cambios de última hora lo más probable es que Giorgia Meloni, 45 años, líder del partido posfascista Hermanos de Italia, sea la próxima primera ministra del país a partir del próximo domingo, una vez las urnas confirmen su victoria. En la futura coalición de gobierno le apoyarán la Liga de Matteo Salvini, que es el gran abanderado de la antiinmigración, y Forza Italia de Silvio Berlusconi, que representa a la derecha liberal, ahora más que nunca escorada hacia los extremos.

Esta es una perspectiva inquietante para Italia, que además es la tercera potencia de la zona euro tras Alemania y Francia.Italia –y Europa en su conjunto– puede pagar muy cara la dimisión de DraghiComo dice Enrico Letta, líder del Partido Demócrata y de la alianza de centroizquierda, nunca ninguno de los grandes países europeos ha sido dirigido por fuerzas políticas claramente opuestas a los ideales comunitarios. Eso es cierto y, como se teme desde Bruselas, puede crear serios problemas a la Unión Europea.Pero Letta, sin embargo, no ha sido capaz de presentar una alternativa convincente para la mayoría de los italianos y tampoco de unir a todas las formaciones de izquierda para hacer un frente común.

El Centro Italiano de Estudios Electorales (CISE), según los últimos sondeos realizados, ve muy difícil que las fuerzas de centroizquierda puedan superar al bloque de extrema derecha. Letta tampoco ha podido lograr el apoyo del Movimiento Cinco Estrellas. Esta última formación, que fue quien provocó la dimisión de Draghi al retirarle su apoyo, obtendría sin embargo los peores resultados de su joven historia. Los italianos no le perdonan que hubiera provocado la actual crisis gubernamental.

La previsible vencedora de las elecciones, Giorgia Meloni, fue militante en su juventud del fascista Movimiento Social Italiano, que agrupó a los fieles del dictador Benito Mussolini después de la Segunda Guerra Mundial, pero en el 2012 contribuyó a fundar Hermanos de Italia, que, según reitera, ya no tiene nada que ver con los nostálgicos del fascismo. Su lema, sin embargo, es “Dios, familia y patria”. Es muy crítica con las instituciones europeas, especialmente con el eje franco-alemán, y se siente más próxima al conservador húngaro Viktor Orbán, pero nadie apuesta por la posibilidad de una ruptura, al menos por el momento, porque Italia es la principal receptora de los fondos comunitarios, con un total de 200.000 millones de euros, y porque su elevado endeudamiento, que llega hasta el 147% del PIB, está respaldado por el Banco Central Europeo. Su ideario político y económico coincide con el de Salvini y el de Berlusconi: mayor seguridad, menos inmigración y reducción de impuestos. Pero los desafíos que tienen por delante son enormes, como hacer frente a una inflación del 8,7% y asegurar sus suministros energéticos, muy dependientes de Rusia.

Y tampoco está claro que tengan soluciones milagrosas, lo que augura una etapa de tensiones no solo con Bruselas sino en el propio país y entre los propios socios de gobierno. Como hemos dicho, Italia –y como resultado también Europa– puede pagar muy cara la marcha de Draghi.

Fuente: La Vanguardia

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Italia puede pagar muy cara la marcha de Mario Draghi al frente del Gobierno. Su liderazgo había devuelto la confianza en Italia del resto de Europa y de los propios italianos. Ahora, como siempre pasa cuando la inflación se desborda, vuelve el resurgir de los populismos, con la apuesta ciudadana por la extrema derecha y sus propuestas demagógicas como esperanza de solución desesperada. Ha sucedido en Suecia, el país socialdemócrata por excelencia, y puede ser peor en Italia a partir de las elecciones que se celebran el próximo domingo.

Todas las encuestas dan por seguro el triunfo a las formaciones de extrema derecha, aliada de Silvio Berlusconi, frente a una izquierda que se presenta fragmentada. Si no hay cambios de última hora lo más probable es que Giorgia Meloni, 45 años, líder del partido posfascista Hermanos de Italia, sea la próxima primera ministra del país a partir del próximo domingo, una vez las urnas confirmen su victoria. En la futura coalición de gobierno le apoyarán la Liga de Matteo Salvini, que es el gran abanderado de la antiinmigración, y Forza Italia de Silvio Berlusconi, que representa a la derecha liberal, ahora más que nunca escorada hacia los extremos.

Esta es una perspectiva inquietante para Italia, que además es la tercera potencia de la zona euro tras Alemania y Francia.Italia –y Europa en su conjunto– puede pagar muy cara la dimisión de DraghiComo dice Enrico Letta, líder del Partido Demócrata y de la alianza de centroizquierda, nunca ninguno de los grandes países europeos ha sido dirigido por fuerzas políticas claramente opuestas a los ideales comunitarios. Eso es cierto y, como se teme desde Bruselas, puede crear serios problemas a la Unión Europea.Pero Letta, sin embargo, no ha sido capaz de presentar una alternativa convincente para la mayoría de los italianos y tampoco de unir a todas las formaciones de izquierda para hacer un frente común.

El Centro Italiano de Estudios Electorales (CISE), según los últimos sondeos realizados, ve muy difícil que las fuerzas de centroizquierda puedan superar al bloque de extrema derecha. Letta tampoco ha podido lograr el apoyo del Movimiento Cinco Estrellas. Esta última formación, que fue quien provocó la dimisión de Draghi al retirarle su apoyo, obtendría sin embargo los peores resultados de su joven historia. Los italianos no le perdonan que hubiera provocado la actual crisis gubernamental.

La previsible vencedora de las elecciones, Giorgia Meloni, fue militante en su juventud del fascista Movimiento Social Italiano, que agrupó a los fieles del dictador Benito Mussolini después de la Segunda Guerra Mundial, pero en el 2012 contribuyó a fundar Hermanos de Italia, que, según reitera, ya no tiene nada que ver con los nostálgicos del fascismo. Su lema, sin embargo, es “Dios, familia y patria”. Es muy crítica con las instituciones europeas, especialmente con el eje franco-alemán, y se siente más próxima al conservador húngaro Viktor Orbán, pero nadie apuesta por la posibilidad de una ruptura, al menos por el momento, porque Italia es la principal receptora de los fondos comunitarios, con un total de 200.000 millones de euros, y porque su elevado endeudamiento, que llega hasta el 147% del PIB, está respaldado por el Banco Central Europeo. Su ideario político y económico coincide con el de Salvini y el de Berlusconi: mayor seguridad, menos inmigración y reducción de impuestos. Pero los desafíos que tienen por delante son enormes, como hacer frente a una inflación del 8,7% y asegurar sus suministros energéticos, muy dependientes de Rusia.

Y tampoco está claro que tengan soluciones milagrosas, lo que augura una etapa de tensiones no solo con Bruselas sino en el propio país y entre los propios socios de gobierno. Como hemos dicho, Italia –y como resultado también Europa– puede pagar muy cara la marcha de Draghi.

Fuente: La Vanguardia

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