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INICIA y “El arte del beisbol”

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Por Pablo McKinney.

La colección bibliográfica de INICIA tiene en su haber grandes obras que estudian, promueven y hasta celebran diferentes aspectos de la dominicanidad, pero ninguna de ellas tan emotiva y unificadora del más auténtico sentido de lo dominicano como “El Arte del Beisbol”, en la que un pintor de altas luces y estilo propio, nacido y criado en Inglaterra, Andy Brown, (durante una estancia de cuatro meses en el país que abarcó toda la temporada invernal de beisbol 2020-2021, incluida la Serie del Caribe) y un reconocido periodista dominicano, Dionisio Soldevilla, unieron textos e imágenes para de manera magistral exponer la riqueza y la diversidad, la alegría y el sentimiento, la pasión que en cada ser dominicano desata la magia del beisbol.

Uno celebra esta iniciativa de INICIA, convencido de que nuestro beisbol es, junto con la política, una de las dos grandes pasiones del pueblo dominicano, aunque con diferencias abismales entre ambos, pues la historia nos enseña que en el béisbol se respetan siempre las reglas del juego, pero no así en la política.

Salvo la época en que al trujillismo le dio por favorecer a El Escogido, y el cuñado del Jefe era el presidente de ese equipo, en la pelota dominicana siempre se ha respetado lo que mandan las reglas. Además en la pelota el robo es una hazaña que todos celebramos, mientras en la política es una vergüenza que padecemos. Mientras la política todo lo pervierte, la pelota lo dignifica todo.

Tradicionalmente, el país siempre ha tenido en la política un equipo dispuesto a avergonzarlo incumpliendo sus promesas, cosas de guitarra y violín. Todo lo contrario de la pelota que es una vacuna para la depresión social, un masaje para la autoestima de un país que en política sigue buscando la manera de superar su Edad Media democrática.

Además, es fácil amar a un deporte donde a diferencia de la política “no ganan siempre los mismos y sí heredan los desheredados”. Samuel Sosa dejó el limpiabotas por la gloria deportiva y David Ortiz ya no anda por las calles polvorientas de Haina, sino en un Jet de la compañía Delta Air Lines que lleva su nombre.

La pelota es el Prozac de la autoestima nacional. A ella le ha rendido INICIA un merecido homenaje. Gracias.

Finalmente, lo más importante: Licey campeón, con perdón.

Fuente: Listín Diario.

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Por Pablo McKinney.

La colección bibliográfica de INICIA tiene en su haber grandes obras que estudian, promueven y hasta celebran diferentes aspectos de la dominicanidad, pero ninguna de ellas tan emotiva y unificadora del más auténtico sentido de lo dominicano como “El Arte del Beisbol”, en la que un pintor de altas luces y estilo propio, nacido y criado en Inglaterra, Andy Brown, (durante una estancia de cuatro meses en el país que abarcó toda la temporada invernal de beisbol 2020-2021, incluida la Serie del Caribe) y un reconocido periodista dominicano, Dionisio Soldevilla, unieron textos e imágenes para de manera magistral exponer la riqueza y la diversidad, la alegría y el sentimiento, la pasión que en cada ser dominicano desata la magia del beisbol.

Uno celebra esta iniciativa de INICIA, convencido de que nuestro beisbol es, junto con la política, una de las dos grandes pasiones del pueblo dominicano, aunque con diferencias abismales entre ambos, pues la historia nos enseña que en el béisbol se respetan siempre las reglas del juego, pero no así en la política.

Salvo la época en que al trujillismo le dio por favorecer a El Escogido, y el cuñado del Jefe era el presidente de ese equipo, en la pelota dominicana siempre se ha respetado lo que mandan las reglas. Además en la pelota el robo es una hazaña que todos celebramos, mientras en la política es una vergüenza que padecemos. Mientras la política todo lo pervierte, la pelota lo dignifica todo.

Tradicionalmente, el país siempre ha tenido en la política un equipo dispuesto a avergonzarlo incumpliendo sus promesas, cosas de guitarra y violín. Todo lo contrario de la pelota que es una vacuna para la depresión social, un masaje para la autoestima de un país que en política sigue buscando la manera de superar su Edad Media democrática.

Además, es fácil amar a un deporte donde a diferencia de la política “no ganan siempre los mismos y sí heredan los desheredados”. Samuel Sosa dejó el limpiabotas por la gloria deportiva y David Ortiz ya no anda por las calles polvorientas de Haina, sino en un Jet de la compañía Delta Air Lines que lleva su nombre.

La pelota es el Prozac de la autoestima nacional. A ella le ha rendido INICIA un merecido homenaje. Gracias.

Finalmente, lo más importante: Licey campeón, con perdón.

Fuente: Listín Diario.

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