El Gobierno retira este elemento de
protección en interiores y en eventos
multitudinarios o deportivos, pero deja en
manos de las empresas la decisión final en los
centros de trabajo
El 20 de mayo de 2020, en los peores días de la pandemia, el Gobierno decretó la obligatoriedad del uso de la mascarilla. Ahora, 700 días después, España avanza hacia el fin de la emergencia sanitaria y se quita el elemento más simbólico en la lucha contra la covid-19, que dejará de ser obligatorio en espacios interiores, aunque el real decreto que regula su uso, aprobado este martes por el Consejo de Ministros y que entra en vigor mañana miércoles tras publicarse en el BOE, establece como excepciones los centros sanitarios, las residencias de mayores y los transportes públicos.
Además, en los centros de trabajo, las mascarillas no serán obligatorias «con carácter general», aunque serán los departamentos de prevención de riesgos laborales los que tengan la última palabra y puedan decidir en qué lugares sí debe utilizarse en función de la evaluación de riesgo de ese puesto.
«Es un paso más en la evolución de la pandemia. La covid-19 sigue entre nosotros, pero evoluciona de manera positiva y los indicadores marcan un nivel bajo con carácter general, estable en la mayoría del territorio. Seguimos avanzando desde la prudencia pero también desde la progresividad», ha destacado la ministra de Sanidad, Carolina Darias.
En su comparecencia, Darias ha confirmado las excepciones. Las mascarillas deberán llevarse en centros, servicios y establecimientos sanitarios, como hospitales (salvo por los ingresados), farmacias y centros de transfusión de sangre; y también en residencias de mayores (no por los usuarios, sí por los trabajadores y los visitantes) y medios de transporte público (incluidos los taxis y los VTC). No habrá que utilizarla en estaciones ni andenes, según ha especificado Sanidad.
Tampoco será obligatoria en ningún caso en los colegios, ha insistido Darias. Los alumnos y los profesores no tendrán que portarla, ni tampoco los asistentes a eventos multitudinarios, como conciertos, o deportivos, como partidos de fútbol o baloncesto.
Ahora, la decisión final sobre el uso de la mascarilla dependerá de cada ciudadano y la ministra ha reiterado su petición para un «uso responsable» en la población vulnerable (mayores de 60 años, inmunodeprimidos, embarazadas y profesores vulnerables) y en lugares donde se produzcan grandes aglomeraciones o en determinadas reuniones familiares.
Fuente: El Correo