Como académico del Departamento Estudios del Desarrollo, en la SOAS University of London y fundador de Basic Income Earth Network (BIEN), una organización sin fines de lucro que promueve el ingreso básico como un derecho universal, Guy Standing ha desarrollado una visión crítica sobre el sistema económico global.
Dedicado a defender ideas como la disminución de la desigualdad y el derecho de las personas a tener mejores condiciones de vida, Standing advierte sobre los peligros del populismo y el extremismo políticode derecha o de izquierda.
Exdirector del Programa de Seguridad Socioeconómica de la Organización Internacional del Trabajo, el investigador aboga por la creación de una «política progresista» con el foco puesto en la redistribución de ingresos y la seguridad social de los sectores más vulnerables.
En entrevista con BBC Mundo, Standing explica por qué cree que se deben mejorar las fallas del capitalismo, en vez de promover un cambio radical del sistema.
«Necesitamos asegurarnos de que todas las personas tengan un nivel de seguridad básico y libertad para desarrollarse. Esto es compatible con una economía de libre mercado», sostiene Standing, quien también expone su perspectiva sobre algunos fenómenos latinoamericanos.
En su libro «El precariado: la nueva clase peligrosa» usted analiza la situación de un amplio sector de la población que vive con empleos precarios y muy inestables. ¿Diría usted que vivimos en un sistema económico inhumano?
El mayor problema que tenemos actualmente es que el sistema económico global ha sido distorsionado, a menudo por los políticos que no aprecian realmente la naturaleza de la actual economía capitalista.
La economía capitalista que tenemos en la actualidad no es una economía de libre mercado. Mucho de la retórica se refiere al libre mercado, pero lo que ha pasado en los últimos 30 años es que los grandes grupos financieros y los rentistas han creado un sistema que está muy alejado de lo que es una economía de mercado.
En este sistema, los ingresos fluyen cada vez más hacia los dueños de la propiedad, sea ésta propiedad financiera, física o intelectual.
Al mismo tiempo, han construido un sistema que genera altos niveles de inflación, principalmente porque las finanzas se comportan de una manera especulativa.
¿Por qué dice que no se trata de un problema generado por una economía de libre mercado?
El libre mercado tiene sus propios problemas, pero es un error afirmar que el sistema económico actual es un sistema de libre mercado, cuando tenemos millones de campesinos que les garantizan a grandes grupos empresariales ganancias monopólicas.
Esto les permite subir los precios sin que exista realmente competencia.
Este tipo de situaciones hacen que grandes corporaciones puedan comprar otras corporaciones y crear monopolios en el mercado. Vivimos en un sistema económico muy inhumano.
¿De qué manera estos monopolios que usted describe afectan al ciudadano común?
Las personas comunes estamos perdiendo porque pagamos precios mucho más altos que los costos de producción y, al mismo tiempo, las grandes empresas no pagan el costo completo de los problemas que generan. No pagan, por ejemplo, los costos ecológicos que generan sus actividades.
El sistema financiero busca elevadas ganancias a corto plazo a expensas de agotar, por ejemplo, los recursos del mar y afectar a comunidades en distintas partes del mundo.
Pero las desigualdades siempre han existido a través de la historia en distintos sistemas económicos, no es un fenómeno propio del capitalismo ni es un fenómeno reciente…
En los últimos 30 o 40 años los dueños de la propiedad y las finanzas se han hecho más poderosos.
Si miramos a Estados Unidos, por ejemplo, los activos financieros tienen un valor equivalente al 500% del ingreso nacional. En mi propio país, Gran Bretaña, es más de 1.000%. Esto no se parece a nada de lo que hemos visto en el pasado.
Lo mismo ocurre con las patentes y los derechos intelectuales. Tampoco existían en la misma medida que existen hoy. Y lo mismo con la concentración de entidades corporativas que generan oligopolios.
Sin embargo, muchos economistas plantean exactamente lo contrario, argumentando que gracias al sistema económico imperante en el mundo, muchas más personas han salido de la pobreza y las clases medias han aumentado. Eso ha hecho que un mayor número de gente tenga acceso a mejores condiciones de vida y tenga acceso a bienes y servicios que ni sus padres ni sus abuelos tuvieron…
Ese argumento no es incorrecto. Pero también hemos visto que en países como Estados Unidos la expectativa de vida ha disminuido, tanto para los grupos de raza blanca, como para los demás. Esto es algo sin precedentes.
Las tasas de suicidio han aumentado, la morbilidad ha aumentado, las tasas de cáncer, el estrés, las enfermedades mentales se han transformado en epidemias.
Estamos en una era en que vemos crisis financieras tras crisis financieras. Tenemos una situación en la que materialmente puede parecer que somos más ricos de lo que nunca antes habíamos sido en la historia, pero los niveles de desigualdad han hecho que la vida se vuelva muy insegura.
¿Qué efectos provoca la inseguridad?
La inseguridad genera problemas sociales, genera populismos y tensiones geopolíticas.
Después de la Segunda Guerra Mundial comenzó un período en que la vida mejoró en los países desarrollados, pero con el paso del tiempo, los estándares de vida de la gente que vive de su trabajo se han estancado y el empleo se ha vuelto más precario.
Usted mencionaba que hemos visto muchas crisis financieras. Sin embargo, economistas argumentan que esto es parte de los ciclos por los que atraviesa el sistema económico, que son de alguna manera inherentes a la manera en que funciona nuestra economía global
Lo que hemos visto en las últimas décadas -especialmente en relación a lo que conocemos como la revolución neoliberal económica bajo los gobiernos de Margaret Thatcher o Ronald Reagan en los años 80- es que el número de crisis financieras ha aumentado enormemente, como también su gravedad.
Tenemos gigantescos niveles de endeudamiento de los hogares, de las corporaciones y de los gobiernos, lo que hace que nuestro sistema sea económicamente inestable, con grandes flujos de dinero concentrado en una minoría.
No solo los Jeff Bezos o los Elon Musk, estoy hablando el 20% de los dueños de la riqueza. De hecho, la desigualdad de riqueza ha crecido dramáticamente.
Lo que pasa es que el sistema económico ha transitado desde premiar el trabajo a premiar la propiedad de la riqueza. Y los políticos no están haciendo nada para enfrentar los desafíos estructurales.
¿Qué alternativa propone usted?
Necesitamos ejercer presión política para crear un sistema de vida que aprecie la naturaleza y le de un sentido de seguridad a las personas.
Es necesaria una política progresista que no sea al antiguo estilo de derecha o izquierda. Una política progresista que una a las personas, en vez de crear divisiones.
Creo que esta política progresista está apareciendo entre los jóvenes educados que forman parte del precariado. Pienso que vendrá un nuevo tipo de renacimiento, un nuevo tipo de libertad, fraternidad y solidaridad, y que estamos en el umbral de la transformación.
¿Pero qué propone en concreto?
Por tres décadas he estado proponiendo que cada persona tenga un ingreso básico, el derecho a recibir cada mes una modesta suma de dinero que le dé una cierta seguridad básica.
Hemos hecho experimentos en distintas partes del mundo y los resultados han sido hermosos.
Muestran que la salud mental de las personas mejora, que las personas trabajan más, no menos, que el estatus de las mujeres mejora, y hemos visto que aumenta el nivel de tolerancia y solidaridad.
Y esto es asequible, costeable. Podemos crear fondos de capital gravando los combustibles fósiles, cobrando un impuesto a la riqueza.
¿Entonces usted está a favor de mejorar el capitalismo, no de cambiarlo por otro sistema?
Creo que no es muy sensato pensar en una revolución o en un cambio radical. Lo sensato es decir que se necesita una correcta economía de mercado, con adecuados incentivos para las personas que trabajan duro, que invierten, que corren riesgos. Necesitamos eso.
Pero al mismo tiempo, necesitamos asegurarnos de que todas las personas tengan un nivel de seguridad básico y libertad para desarrollarse. Esto es compatible con una economía de libre mercado.
El problema es que el tipo de capitalismo que tenemos ahora es una abominación, porque le entrega todo el poder a una minoría.
Esas ideas de disminuir la desigualdad, poner fin a los oligopolios, terminar con los privilegios de las minorías, se parecen bastante al discurso que la vieja izquierda ha propuesto por años. En el caso de América Latina, le puedo nombrar el caso de tres países –Venezuela, Nicaragua y Cuba–, donde aquellas ideas dieron paso a gobiernos que se han perpetuado en el poder durante décadas, que han sido denunciados por violaciones a los derechos humanos y donde la mayoría de la población está sumida en la pobreza
Uno puede pensar en muchos ejemplos alrededor del mundo donde los políticos han tomado el control y ese tipo de cosas han ocurrido. Pero también creo que la agenda ha cambiado.
Estoy muy esperanzado con la idea de que Lula gane las elecciones en Brasil y se convierta en presidente. Cuando lo conocí me dijo que si llegaba al gobierno, crearía un ingreso básico en el país.
Sin embargo, en Venezuela, Nicaragua o Cuba, la situación es muy distinta…
Cualquier país -sea Cuba, Venezuela, o Estados Unidos- que no respete los derechos humanos, está haciendo algo deplorable. Los derechos humanos son fundamentales y la libertad es fundamental, como también los valores democráticos.
Lo que tenemos que hacer es que la gente tenga seguridad económica y así será menos proclive a apoyar cualquier tipo de política extremista, sea de derecha o de izquierda.
Cuando la gente se siente insegura, tiende a escuchar a los populistas, como por ejemplo, Donald Trump o Bolsonaro, o cualquiera de los gobernantes que usted mencionaba.
Una buena sociedad requiere que todas las personas tengan un sentido de seguridad y de libertad, y cualquier gobierno que no respete esos valores, no está siguiendo el camino que necesitamos
Fuente: BBC