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En paz con la vida: una sabia decisión

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Por José Miguel Gómez

Las personas viven cargadas de problemas económicos, familiares, parejas, laborales, interpersonales, existenciales, emocionales, conductuales, y de resultados de vida. A veces los conflictos que generan y que alteran la tranquilidad son de tipos intrapsíquicos o inconscientes, pero se han convertido en pensamientos distorsionados, rumiantes y parásitos que perturban e intranquilizan, alterando el sueño, produciendo angustias o sentimientos de inutilidad.

Otras razones que quitan la paz en la vida, es tener que asumirla a través de las actitudes emocionales negativas: ira, enojo, remordimiento, culpa, resentimiento, odio, o sufrimiento autoinfligido.

Son tantas cosas que nos quitan la paz, que existen personas que no aprenden a vaciar la mochila emocional tóxica o poner límites cuando aparecen conflictos o situaciones que se deben superar o cerrar.

A otras personas les dificulta resolver el sobreapego, la dependencia emocional, dejar ir aquellos acontecimientos que alguna vez produjeron dolor, duelo, depresión, o frustraciones.

Todos hemos vivido adversidades, enojos, daños, maltratos, engaños, decepciones y estrés; diríamos que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional.

Vivimos en un mundo de conflictos, de crisis, y de sobrevivencia, donde las personas tienen que aprender a discriminar, a no ser esclavo de los hábitos e influencias de tendencia que condicionan al cerebro a través de las células espejo. Esa vida asimilada y defendida son las que desconectan y producen inadaptación, sufrimientos, crisis de la identidad psicosocial, para no decir, despersonalización y disfuncionalidad en millones de personas.

La paz es una construcción emocional vivida a través de las actitudes emocionales positivas, pero también de aprendizaje con libertad, autonomía, desapego y dejar ir, pero que se asume con la gratitud, la autocompasión, el merecimiento, la voluntad y la plena decisión de aprender a conectar consigo mismo.

Es decir, los que viven en desarmonía entre lo que piensan y lo que practican en la vida, reproducen el conflicto entre el interior y el exterior. De ahí el malestar de traicionar los valores, o sentirse poco digno, sentir vergüenza, tristeza, o remordimiento por la falta de coherencia, son los peores conflictos que alteran la paz.

Siempre debemos de recordar que la vida es corta, intransferible, que tiene caducidad, que se debe vivir con el ser y no con el parecer; vivirla con plenitud, pasión, amor, practicar lo correcto y graduarse en ser buena persona.

No le veo ningún sentido vivir en guerra con la vida, socializar caminos y personas tóxicas. o hacer lo que nunca nos da buenos resultados.

La vida no se puede relativizar, sabotear, minimizar, o permitir que te la destruyan o te la hagan sufrible y traumática.

Hay que estar en paz con la vida, con los demás, con lo que hacemos, y con lo que no depende de nosotros. Justificarse, autoengañarse, buscar culpable o victimizarse no es el camino sabio. Busque su paz, descubra qué le da paz, aprenda a vivir en paz.

La incomprensión del humano es existir para ser esclavo y negarse a conquistar sus verdaderas razones de existencia; negarse o autoengañarse para sobrevivir la vida en el malabarismo que conlleva a la renuncia de la paz. Repito, busque y descubra qué le da paz, entonces, defínala y asúmala todos los días de su vida.

Fuente: Hoy.

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Por José Miguel Gómez

Las personas viven cargadas de problemas económicos, familiares, parejas, laborales, interpersonales, existenciales, emocionales, conductuales, y de resultados de vida. A veces los conflictos que generan y que alteran la tranquilidad son de tipos intrapsíquicos o inconscientes, pero se han convertido en pensamientos distorsionados, rumiantes y parásitos que perturban e intranquilizan, alterando el sueño, produciendo angustias o sentimientos de inutilidad.

Otras razones que quitan la paz en la vida, es tener que asumirla a través de las actitudes emocionales negativas: ira, enojo, remordimiento, culpa, resentimiento, odio, o sufrimiento autoinfligido.

Son tantas cosas que nos quitan la paz, que existen personas que no aprenden a vaciar la mochila emocional tóxica o poner límites cuando aparecen conflictos o situaciones que se deben superar o cerrar.

A otras personas les dificulta resolver el sobreapego, la dependencia emocional, dejar ir aquellos acontecimientos que alguna vez produjeron dolor, duelo, depresión, o frustraciones.

Todos hemos vivido adversidades, enojos, daños, maltratos, engaños, decepciones y estrés; diríamos que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional.

Vivimos en un mundo de conflictos, de crisis, y de sobrevivencia, donde las personas tienen que aprender a discriminar, a no ser esclavo de los hábitos e influencias de tendencia que condicionan al cerebro a través de las células espejo. Esa vida asimilada y defendida son las que desconectan y producen inadaptación, sufrimientos, crisis de la identidad psicosocial, para no decir, despersonalización y disfuncionalidad en millones de personas.

La paz es una construcción emocional vivida a través de las actitudes emocionales positivas, pero también de aprendizaje con libertad, autonomía, desapego y dejar ir, pero que se asume con la gratitud, la autocompasión, el merecimiento, la voluntad y la plena decisión de aprender a conectar consigo mismo.

Es decir, los que viven en desarmonía entre lo que piensan y lo que practican en la vida, reproducen el conflicto entre el interior y el exterior. De ahí el malestar de traicionar los valores, o sentirse poco digno, sentir vergüenza, tristeza, o remordimiento por la falta de coherencia, son los peores conflictos que alteran la paz.

Siempre debemos de recordar que la vida es corta, intransferible, que tiene caducidad, que se debe vivir con el ser y no con el parecer; vivirla con plenitud, pasión, amor, practicar lo correcto y graduarse en ser buena persona.

No le veo ningún sentido vivir en guerra con la vida, socializar caminos y personas tóxicas. o hacer lo que nunca nos da buenos resultados.

La vida no se puede relativizar, sabotear, minimizar, o permitir que te la destruyan o te la hagan sufrible y traumática.

Hay que estar en paz con la vida, con los demás, con lo que hacemos, y con lo que no depende de nosotros. Justificarse, autoengañarse, buscar culpable o victimizarse no es el camino sabio. Busque su paz, descubra qué le da paz, aprenda a vivir en paz.

La incomprensión del humano es existir para ser esclavo y negarse a conquistar sus verdaderas razones de existencia; negarse o autoengañarse para sobrevivir la vida en el malabarismo que conlleva a la renuncia de la paz. Repito, busque y descubra qué le da paz, entonces, defínala y asúmala todos los días de su vida.

Fuente: Hoy.

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