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Carlos Martí, formado entre la guerra y la escasez; más dominicano que cualquiera

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Santo Domingo.-La idea de contar su historia a Carlos Martí parece agradarle, inclina con tacto la cabeza mientras acomoda sus ideas mentalizando 58 años de carrera empresarial, un periodo de pluriempleo en Nueva York, el amor, los intentos de trabajar con su padre junto a los consentimientos de su madre, hasta acabar fijándose en la España franquista.

“No nací en abundancia, no había comida para mí”, dice. Vestido impecablemente, pero con la sencillez que caracteriza a los que ya no tienen cuentas que rendir, Martí Besonias, narra con la autoridad del historiador las búsquedas constantes de un mejor destino protagonizadas por su familia.

Carlos Martí

De sus cuatro tíos maternos, dos nacieron en España, dos en Cuba y su madre, por suerte —como él lo cuenta—, en República Dominicana.

Vivían en la calle Isabel La Católica, su abuela vendía café mientras que, como familia, lidiaban con la primera intervención norteamericana en el país (1916-1924).

Su abuelo transportaba mercancías hacia Haití y, como muchos otros en tiempos de turbulencia, desapareció sin dejar rastros en uno de esos viajes.

Otra vez a España

Así que llegó el momento de migrar otra vez, aprovechando una gracia concedida por el gobierno español, la familia regresó a España en dos barcos habilitados para esos fines.

Fue entonces cuando su madre, la señora Eloísa Besonias, conoce a su padre, José Martí, un pintor y restaurador de antigüedades pero, contrario al “y fueron felices para siempre” de las novelas de poca monta, la realidad les estalló en la cara: una guerra civil (1936-1939).

“Mi papá tiene que ir al frente de batalla. Se lo llevan, no quería pelear, era un hombre de trabajo. Mi madre se queda sola cuando ya estaba embarazada”.

Carlos Martí, fundador del grupo empresarial que lleva su apellido, propulsor del consumo masivo de Gas Licuado de Petróleo (GLP) en República Dominicana y uno de los principales accionistas de Coastal Dominicana de Petróleo, sin que nadie se lo pregunte, entiende que debe de justificar su relato:

“¿Por qué te cuento todo eso?, para que sepas de los trabajos que pasamos”.

La familia no contó con la presencia de la cabeza del hogar por dos años. A José lo recluyeron en un campo de concentración en Francia. De la época, Carlos conserva en su oficina una pintura propia del realismo artístico elaborada por uno de los hijos de un compañero de lucha de su padre que murió en sus brazos.

Son rosas coloreadas con ese rojo borgoña de la sangre que emana cuando la herida es muy profunda y en el que, aparte del corte inciden otros males, perfecta obra para ilustrar lo que vivieron todos los contrarios al régimen.

“A mí me hacían una harina de maíz líquida que requería cortar la tetera por la mitad para que pudiera pasar.

Pero yo me la bebía, parece que eso es bueno (risas), así me alimentaban porque no había otra cosa”, confiesa.

Uno de sus tíos, Antonio Besonias, quien había permanecido en Santo Domingo, se encargó de sustentar a la familia y enviaba con recurrencia café y azúcar. En uno de esos envíos, llegaron los boletos para regresar a República Dominicana.

Nuevo inicio

El cambio de una dictadura por otra se concretó en 1947, para entonces, la familia, de cinco miembros (una hija nació posteriormente) se mudó a Villa Duarte, en una casa de madera y zinc que preparó el tío benefactor.

Para ese momento, Martí tenía siete años, y hablaba catalán, lo que significó una barrera fugaz pues gracias a la presencia de primos y la inscripción en una pequeña escuela adventista ubicada frente a la residencia del humorista Paco Escribano, empezó a hablar y a leer en español en poco tiempo y le hace afirmarse a sí mismo como más dominicano que cualquiera.

Mejoras

Cimentaron su estancia cuando su padre, que inicialmente trabajó en los muelles, se asoció con Antonio Prats Ventós, un pintor y escultor español de los que salió huyendo de la guerra.

“Ahí empezó a buscar sus pesitos y llegó a trabajar en la construcción del palacio presidencial, así como en la Feria de la Confraternidad y la Paz del Mundo Libre. Construyó su casa en Villa Duarte, nunca quiso salir del sector pese a que tuvo la oportunidad de adquirir un solar en la Lope de Vega”, comenta Martí.

Pese a los años de trabajo, Martí prefiere que no le llamen empresario. “Yo soy una persona normal que aprendió en el camino el valor de madrugar y de trabajar incansablemente para sacar adelante a su familia”.

Biografía

Nombre:Carlos Martí

Profesión:Empresario

Lugar Nacimiento: Pola de Allande.

Matrimonio:

Se casó en 1961.

Fuente: El Día

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Santo Domingo.-La idea de contar su historia a Carlos Martí parece agradarle, inclina con tacto la cabeza mientras acomoda sus ideas mentalizando 58 años de carrera empresarial, un periodo de pluriempleo en Nueva York, el amor, los intentos de trabajar con su padre junto a los consentimientos de su madre, hasta acabar fijándose en la España franquista.

“No nací en abundancia, no había comida para mí”, dice. Vestido impecablemente, pero con la sencillez que caracteriza a los que ya no tienen cuentas que rendir, Martí Besonias, narra con la autoridad del historiador las búsquedas constantes de un mejor destino protagonizadas por su familia.

Carlos Martí

De sus cuatro tíos maternos, dos nacieron en España, dos en Cuba y su madre, por suerte —como él lo cuenta—, en República Dominicana.

Vivían en la calle Isabel La Católica, su abuela vendía café mientras que, como familia, lidiaban con la primera intervención norteamericana en el país (1916-1924).

Su abuelo transportaba mercancías hacia Haití y, como muchos otros en tiempos de turbulencia, desapareció sin dejar rastros en uno de esos viajes.

Otra vez a España

Así que llegó el momento de migrar otra vez, aprovechando una gracia concedida por el gobierno español, la familia regresó a España en dos barcos habilitados para esos fines.

Fue entonces cuando su madre, la señora Eloísa Besonias, conoce a su padre, José Martí, un pintor y restaurador de antigüedades pero, contrario al “y fueron felices para siempre” de las novelas de poca monta, la realidad les estalló en la cara: una guerra civil (1936-1939).

“Mi papá tiene que ir al frente de batalla. Se lo llevan, no quería pelear, era un hombre de trabajo. Mi madre se queda sola cuando ya estaba embarazada”.

Carlos Martí, fundador del grupo empresarial que lleva su apellido, propulsor del consumo masivo de Gas Licuado de Petróleo (GLP) en República Dominicana y uno de los principales accionistas de Coastal Dominicana de Petróleo, sin que nadie se lo pregunte, entiende que debe de justificar su relato:

“¿Por qué te cuento todo eso?, para que sepas de los trabajos que pasamos”.

La familia no contó con la presencia de la cabeza del hogar por dos años. A José lo recluyeron en un campo de concentración en Francia. De la época, Carlos conserva en su oficina una pintura propia del realismo artístico elaborada por uno de los hijos de un compañero de lucha de su padre que murió en sus brazos.

Son rosas coloreadas con ese rojo borgoña de la sangre que emana cuando la herida es muy profunda y en el que, aparte del corte inciden otros males, perfecta obra para ilustrar lo que vivieron todos los contrarios al régimen.

“A mí me hacían una harina de maíz líquida que requería cortar la tetera por la mitad para que pudiera pasar.

Pero yo me la bebía, parece que eso es bueno (risas), así me alimentaban porque no había otra cosa”, confiesa.

Uno de sus tíos, Antonio Besonias, quien había permanecido en Santo Domingo, se encargó de sustentar a la familia y enviaba con recurrencia café y azúcar. En uno de esos envíos, llegaron los boletos para regresar a República Dominicana.

Nuevo inicio

El cambio de una dictadura por otra se concretó en 1947, para entonces, la familia, de cinco miembros (una hija nació posteriormente) se mudó a Villa Duarte, en una casa de madera y zinc que preparó el tío benefactor.

Para ese momento, Martí tenía siete años, y hablaba catalán, lo que significó una barrera fugaz pues gracias a la presencia de primos y la inscripción en una pequeña escuela adventista ubicada frente a la residencia del humorista Paco Escribano, empezó a hablar y a leer en español en poco tiempo y le hace afirmarse a sí mismo como más dominicano que cualquiera.

Mejoras

Cimentaron su estancia cuando su padre, que inicialmente trabajó en los muelles, se asoció con Antonio Prats Ventós, un pintor y escultor español de los que salió huyendo de la guerra.

“Ahí empezó a buscar sus pesitos y llegó a trabajar en la construcción del palacio presidencial, así como en la Feria de la Confraternidad y la Paz del Mundo Libre. Construyó su casa en Villa Duarte, nunca quiso salir del sector pese a que tuvo la oportunidad de adquirir un solar en la Lope de Vega”, comenta Martí.

Pese a los años de trabajo, Martí prefiere que no le llamen empresario. “Yo soy una persona normal que aprendió en el camino el valor de madrugar y de trabajar incansablemente para sacar adelante a su familia”.

Biografía

Nombre:Carlos Martí

Profesión:Empresario

Lugar Nacimiento: Pola de Allande.

Matrimonio:

Se casó en 1961.

Fuente: El Día

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