El Banco Central sopesa una nueva subida en su próxima reunión, en vísperas de las elecciones y en un momento en que la economía es la principal preocupación entre votantes
Brasil sigue adelante con su agresiva política para frenar el alza de los precios, que aminora el ritmo aunque la inflación se mantiene alta. El Banco Central ha aumentado este miércoles medio punto porcentual, hasta el 13,75%, los tipos de interés. Supone la decimosegunda subida consecutiva aprobada tras la pandemia del coronavirus en el que es ya el ciclo de política monetaria más dura del mundo contra la inflación, que corroe el poder adquisitivo, sobre todo, de las legiones de pobres. El alza de los precios en la primera potencia económica latinoamericana alcanza el 11,89%, niveles inéditos en dos décadas.
El Banco Central de Brasil ha explicado en un comunicado que el incremento, que coloca los tipos al nivel de 2017, obedece a que “el ambiente externo sigue siendo adverso y volátil” y a que “la inflación al consumidor sigue siendo alta”. Este ciclo de alzas comenzó a finales de 2020, cuando los tipos estaban al 2%, el mínimo histórico.
El comité de política monetaria del Banco Central añade que “evaluará la necesidad de un ajuste residual, de menor magnitud, en su próxima reunión”. Es decir, que sopesa un nuevo incremento del 0,25% en la reunión del 21 de septiembre, a las puertas de la primera vuelta de las elecciones generales.
La economía es la principal preocupación de los brasileños, que en octubre elegirán presidente, además de las dos Cámaras del Congreso, las Cámaras estatales y los gobernadores. Se esperan unos comicios bien reñidos en un ambiente polarizado y tenso. El presidente, Jair Bolsonaro, se presenta a la reelección contra su antecesor Luiz Inácio Lula da Silva, quien lidera los sondeos con una ventaja holgada que está menguando. El ultraderechista está logrando reducir la distancia gracias al megapaquete de 7.500 millones de dólares en ayudas sociales que el presidente ha logrado sacar adelante en el Congreso.
La inflación y la crisis económica, que han disparado el hambre y la pobreza, son el principal lastre de Bolsonaro en la carrera electoral, aunque su mala gestión de la pandemia y sus ataques a otras instituciones ahondan también en la falta de apoyo que reflejan las encuestas. El desempleo, situado en el 9,3%, viene disminuyendo de manera sostenida durante el último año, en que ha caído cinco puntos, pero simultáneamente la cifra de empleos informales es altísima, supone el 40%, es decir, son casi 40 millones de brasileños. Se calcula que 33 millones de personas pasan hambre.
Los analistas y el mercado ya apostaban a que la subida sería de medio punto. Las autoridades monetarias brasileñas llevan meses desplegando abundante artillería para frenar la inflación. Brasil, que enterró la hiperinflación en los años noventa, vuelve a la pesadilla de ver cómo los precios aumentan en un abrir y cerrar de ojos, aunque sin llegar de ninguna manera al ritmo de aquellos años.
Las mayores subidas afectan a los combustibles y los alimentos. Los supermercados han reducido el abanico de productos que ofrecen para centrarse en los que tienen la mejor salida entre la clientela. Y comentar cuánto ha aumentado este o aquel producto se ha convertido en uno de los temas de conversación cotidiano.
El meta inflacionaria establecida por el Banco Central para este 2022 era del 3,50% con una horquilla de punto y medio por arriba o por abajo. Pero, como en el resto del planeta, la combinación de los efectos de la pandemia, la guerra de Ucrania, la ralentización de la economía china y la recesión en Estados Unidos ha pulverizado cualquier pronóstico. Ahora, los analistas estiman que a fin de año ronde el 8,5%, lo cual está por debajo del 10,06% registrado en 2021, pero muy por encima de los últimos años.
El temor a que el presidente brasileño no reconozca una derrota por la mínima frente al líder del Partido de los Trabajadores es un escenario de pesadilla también para los inversores, como explicaba esta mañana en un encuentro económico uno de ellos, Luis Stuhlberger, de Verde Asset, informa Folha de S. Paulo. Según Stuhlberger, una victoria de Lula con un 51% con un 49% para Bolsonaro es el mayor riesgo para el mercado brasileño en este momento. El mandatario actual lleva meses agitando el fantasma de un posible fraude mientras critica el sistema de votación pese a que no se ha detectado ninguna irregularidad.
Las encuestas electorales indican que buena parte del electorado culpa a Bolsonaro de la mala situación económica. Por eso, el izquierdista Lula lleva toda la precampaña recordando la bonanza que marcó sus mandatos, gracias a la demanda china, que le permitió emprender una ambiciosa distribución riqueza. El candidato del PT prefiere centrarse ahora en rememorar aquellos años dorados de prosperidad y obviar la crisis económica y los errores de Dilma Rousseff que llevaron a Brasil a la recesión.
Lula ha anunciado que si gana nombrará un ministro de economía que sea un político con conocimientos técnicos, pero no un tecnócrata. Lula quiere alguien capaz de negociar con el Congreso para tener un mayor margen de maniobra.
La subida de los tipos y la inflación lastran el crecimiento de la economía de Brasil, cuyo PIB aumentó un 4,6% al cierre del año pasado, lo que compensó el catastrófico primer año de la pandemia. Para este 2002 la previsión es que el incremento sea bastante menor, entre el 1,2% y el 1,5%.
Fuente: El País