La Academia Sueca de las Ciencias reconoce su labor en la investigación en banca y crisis financieras
La Academia Sueca de las Ciencias ha galardonado este lunes al expresidente de la Reserva Federal e investigador en el Brookings Institute, Ben Bernanke, al profesor de la Universidad de Chicago Douglas W. Diamond y a Philip H. Dybvig, de la Washington University, con el Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en Memoria de Alfred Nobel 2022, conocido como Premio Nobel de Economía. El galardón ha sido concedido “por su investigación en banca y crisis financieras”, según ha anunciado la Academia Sueca.
Lehman Brothers, el cuarto mayor banco de inversión de Estados Unidos, se declaró en bancarrota el lunes 15 de septiembre de 2008. Ese mayúsculo seísmo se sintió en todos los rincones de la economía mundial, que sufrió una extraordinaria crisis financiera. Ben Bernanke (Augusta, Georgia, 68 años) se sentaba entonces en un sillón que le daba una panorámica completa del desastre. Estudioso de la Gran Depresión, entre 2006 y 2014 fue el presidente de la Reserva Federal, lo cual le convierte también en el rostro más conocido de los tres premiados.
La crisis de 2008, el punto de partida de la Gran Recesión, demuestra la necesidad de conocer los entresijos del sistema financiero, repleto de vulnerabilidades. Y la Academia Sueca señala que Bernanke, Diamond (68 años) y Dybvig (Dayton, Ohio, 66 años) pusieron a comienzos de la década de 1980 los cimientos de esa investigación. “Sus análisis han sido de gran importancia práctica para regular los mercados financieros y hacer frente a las crisis financieras”, ha destacado en un comunicado la institución.
La investigación de los tres premiados se basa en el papel fundamental de los bancos para canalizar los ahorros de los ciudadanos hacia la inversión. Para ello, las instituciones financieras deben salvar el conflicto entre la necesidad de los depositantes de acceder de inmediato a sus ahorros y la de quienes reciben un préstamo, que requieren de tiempo para devolver el capital. Y si bien, en general, la banca ofrece una solución sólida mediante el ahorro masivo, Diamond y Dybvig demuestran que la banca es también muy vulnerable. Un simple rumor basta para que ese sistema se venga abajo: si un gran número de clientes retiran de forma simultáneamente su dinero del banco, la entidad puede acabar colapsando. Ahí ambos autores señalan que el sector público puede fijar cortafuegos garantizando los depósitos o actuando como prestamista de último recurso.
La Academia Sueca ha reconocido también la investigación de Bernanke sobre la Gran Depresión de la década de 1930. Su trabajo explica las consecuencias del pánico bancario, que demostró que fue un factor decisivo para que la crisis fuera tan larga y profunda. Antes, los economistas creían que las quiebras bancarias eran una mera consecuencia de la recesión. Bernanke demostró que esas bancarrotas iban más allá, puesto que rompían esa conexión entre ahorradores y prestatarios. Eso suponía una contracción de la inversión y, por tanto, de la economía.
A pesar de que este galardón se conoce como Nobel, en realidad nació a iniciativa del Banco de Suecia en 1968 para conmemorar los 300 años de la institución. De hecho, esa categoría no constaba entre las cinco que dejó Alfred Nobel en su testamento: Física, Química, Literatura, Medicina y Paz. Aun así, ha acabado popularizándose como uno más. De nuevo, el premio recae en tres norteamericanos, que copan ya más de la mitad de los galardones. Y otra vez deja fuera a mujeres, que solo han accedido a él en dos ocasiones.
La Academia premió el año pasado al canadiense David Card, al estadounidense-israelí Joshua Angrist y al neerlandés-estadounidense Guido Imbens con por sus “contribuciones empíricas en el campo de la economía del trabajo”, entre ellas la que rebate la idea generalizada de que una subida del salario mínimo siempre acarrea pérdidas de empleo.
Fuente: El País