Por Cristhian Jiménez
“Entre los ataques republicanos y las quejas demócratas, me acordé del poema de (William Butler) Yeats “La segunda venida: mis seguidores carecían de toda convicción, mientras mis oponentes estaban llenos de una apasionada intensidad”.
La reflexión es del presidente Obama, en sus memorias “Una tierra prometida”, ante las dificultades de los primeros días de gestión en la que republicanos imponían sus relatos y sus parciales se distraían en asuntos secundarios y desbordaban en incomprensiones.
“El problema era que nos quedaban al menos tres o cuatro grandes pasos por dar antes de acabar con la crisis, todos ellos urgentes, todos ellos igual de problemáticos, todos ellos difíciles de sacar adelante”, contó.
Salvadas las grandes diferencias, el presidente Abinader se encuentra en una situación parecida a aquel momento del novicio primer presidente negro de los Estados Unidos.
Obama decidió sentarse con cada miembro de su gabinete y responsable de agencia para identificar los obstáculos y recordarle la importancia de su misión, mientras el mandatario dominicano, aunque ha visitado ministerios y realizado encuentros de estimulación con funcionarios, parece optar por cargar con las responsabilidades de muchos de sus colaboradores en el gobierno.
La situación se extiende a las dificultades partidarias y a los desencuentros entre legisladores del oficial Partido Revolucionario Moderno, además de encontronazos de éstos con aliados políticos.
Abinader amplía cada día más la agenda e impone un ritmo que quizás entienda que diversas áreas oficiales carezcan de las iniciativas necesarias.
El viernes último el ejecutivo encabezó el inicio de la cosecha de arroz 2022 y el lanzamiento de la Unidad Central de Trámites Turísticos y para sábado y domingo, la Presidencia anunció 24 actividades que incluían primeros palazos para diferentes obras, inicio de reconstrucción de viviendas, supervisión de asfaltado y de la construcción del Metro, visitas a mercados de Inespre, encuentros con alcaldes y la entrega de más de 6 mil tarjetas del programa Supérate.
El mandatario empuja la reforma constitucional, que rechaza la mayoría de la oposición, y otras propuestas de modificaciones que consumen mucho tiempo en parloteo y de incierta predicción.
Abinader, pese a la resistencia de los grandes partidos opositores, logró pasar en el Congreso Nacional el proyecto de tasa cero a la importación de 67 productos, luego de negociaciones y acuerdos con sectores productivos. Algunos ámbitos comerciales han mantenido el rechazo.
El desafío congresual es enorme y va requerir muchas energías, ya que en un ambiente de crisis económica la narrativa opositora es de más fácil asimilación que la oficial, fundamentalmente en el ecosistema digital.
En tanto, en los niveles sociales y gremiales se anuncian protestas por los altos precios de artículos de consumo diario y de los combustibles y en demanda de obras de infraestructura.
Abinader se adelantó a sus funcionarios y dijo que está dispuesto a dialogar, aunque resaltó la imposibilidad de reducir los precios de los combustibles y citó que fue necesario un subsidio de 1,200 millones de pesos para esta semana.
El mandatario ha tenido que lidiar directamente en las últimas dos semanas con quejas por actos delictivos y violencia policial contra el Defensor del Pueblo y colaboradores, periodistas y ciudadanos, como el caso de un joven que murió por golpes recibidos en el cuartel de la policía de Ocoa, según denuncias de familiares y vecinos.
Las dificultades internas por la elección de las autoridades partidarias, también requieren de la atención y “mediación” de Abinader. El proceso ha obligado al PRM a volver a los tribunales, como si emulara los tortuosos camino de su “padre”, el PRD.
Los opositores no se distraen y arrecian la ofensiva ante la precipitación de la campaña electoral.