Por Pablo McKinney
Al fin lo tenía frente a frente, separados apenas por un par de tazas de café que como veleros navegaban en el oscuro mar que era una mesa de caoba centenaria.
En los fugaces encuentros anteriores habíamos hablado de su ‘INVENTARIO», que reúne sus poemas hasta 1987. En 1991 apenas hubo tiempo de preguntarle por sus «DESPISTES Y FRANQUEZAS». Pero estamos en Madrid, el otoño comienza a madurar como las hojas, y Benedetti me hace recordar que «EL SUR TAMBIÉN EXISTE», mientras, en la acera, tres inmigrantes africanos venden sus elefantes de ébano. Más alejado, en la Plaza del Sol, un conjunto de músicos peruanos interpreta «EL CONDOR PASA». Me olvido entonces del poema, y enfrento al poeta desnudo, sin su poesía, sin su novela, vestido sólo con su América empobrecida y desesperanzada.
Mario Benedetti, 65 años, uruguayo, comprometido desde siempre con la poesía, es decir, con su pueblo, me convida al segundo café …….y comenzamos:
Pablo McKinney (PM): Partiendo del hecho evidente de que España juega el papel de «Guardian Fronterizo» de la Comunidad Europea respecto a la inmigración del tercer mundo, ¿considera usted factible la construcción de una Comunidad Iberoamericana de Naciones?
Mario Benedetti (MB): Evidentemente, España, que una de sus grandes aspiraciones fue siempre pertenecer, integrarse en Europa, llegó un momento en que fue conminada a elegir entre Europa y América Latina…y eligió Europa.
Yo alguna vez he dicho que, con los escombros del muro de Berlín, que bien caído está, se ha ido construyendo un muro de Europa para defenderse de todo lo no Europeo, del tercer mundo. Sin embargo, yo creo que la que va a salir perdiendo con esto es Europa, en general, y España también. Porque con esta Europa del cerrojo, no se dan cuenta que dentro tienen gérmenes de destrucción, como son los fantasmas del nazismo que está surgiendo en todas partes, y todos esos nacionalismos recalcitrantes que han estado surgiendo no sólo en la ex-Europa del este, que ahora es del oeste bis, sino en la propia Europa del Oeste. Yo pienso que los latinoamericanos y los tercermundistas en general, podemos brindarle una mano a Europa, con esa solidaridad que a veces el débil puede brindar al fuerte para que no se quede tan encerrada en sí mismo, y golpear un poco ese muro para ver si se abre.
Pero América Latina cada vez depende más de sí mismo. ¿De dónde puede venir ayuda? de Estados Unidos que nos ha golpeado toda la vida, de Japón que es un enigma, y no creo que valga la pena confiar en los enigmas, o de esta Europa tan encerrada en sí mismo. Yo creo que sólo con nuestra imaginación, con la defensa de nuestra soberanía, en lo que hemos estado muy remisos a partir de nuestros gobiernos, sólo así América Latina puede de alguna manera liberarse, por lo menos económicamente.
PM: A esta hora de nuestra entrevista, ya el tímido sol se ha acomodado entre la Gran Vía y la Plaza del Callao. A mi espalda, cinco viejitos españoles escuchan y asienten con sus cabezas blancas. Benedetti juega con el diminuto micrófono, y sus dedos de viejo sabio recorren el borde de un cenicero sin usar. Percibo que es el momento de pasar de la política a otros temas…y me decido por el de la Iglesia Católica, la que llegó a América con los conquistadores, y como escribiera Neruda, para evangelizar a los nativostomó la diabólica decisión de convertirlos de “indios vivos en cristianos muertos».
MB: En todo esto el perdón es una palabra clave. Se le exige a la reina de Inglaterra que pida perdón por los bombardeos de Dresde, se le exige al emperador de Japón que pida perdón por los desmanes de los japoneses en China, y se le exige a la iglesia que pida perdón ante los indios. En los dos primeros casos no tuvieron éxito. La iglesia por lo menos ha pedido perdón, tardía y elípticamente, ha perdido perdón por lo ocurrido. Esperemos que no demore 500 años más en pedir perdón a las víctimas de la vieja inquisición y a los teólogos de la liberación que son víctimas de la nueva inquisición.