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Thomas Sargent versus Butter Einstein

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Andrés Dauhajre Hijo

El discurso de Thomas Sargent, Premio Nobel de Economía de 2011, en la graduación de la Universidad de Berkeley de 2007, es considerado por muchos como el mejor resumen conciso de economía de la historia. El discurso arrancó con la definición de Sargent de la ciencia que él, a diferencia de su tocayo Carlyle, considera hermosa: la economía es sentido común organizado. A partir de esa zapata, el profesor de NYU, comenzó a tejer lo que para él constituyen las 12 lecciones más valiosas para cualquier economista que abrace el sentido común. A continuación, las presentaremos una a una, acompañadas de ejemplos elaborados por nosotros para facilitar su comprensión.

  • Muchas cosas que son deseables no son factibles.
    Una persona desearía hacerse rico de la noche a la mañana, invirtiendo sus ahorros con el señor Butter Einstein. El más grande genio mundial de las finanzas de todos los tiempos, ha asegurado que, si usted invierte 100 pesos con él, al cabo de 15 días recibirá 100 pesos del capital invertido más 100 pesos de intereses o rendimiento; en total, 200 pesos. Butter le duplica su ahorro cada 15 días. En otros términos, si el 31 de diciembre de 2021 un inversionista le entregó a Butter 100 pesos con la instrucción de reinvertir el capital más los intereses devengados cada 15 días, el 31 de diciembre de 2022, este tendría en la cuenta que mantiene con el fenómeno financiero, la suma de 1,678 millones de pesos, generando un retorno anual de 16,777,215%. Si el Gobierno dominicano invirtiese y reinvirtiese quincenalmente con Butter las recaudaciones de los dos primeros meses del 2023, a final de ese año, Butter le entregaría 3.5 trillones de pesos, que a la tasa de RD$54 por dólar, equivaldrían a US$64,624 millones. Con esos recursos, el Gobierno dominicano podría pagar casi toda la deuda del sector público consolidado, incluyendo la del Banco Central. ¡Vaya milagro financiero!
  • Los individuos y las comunidades enfrentan “trade-offs”, obtienen “algo” a cambio de “algo”.
    Una persona que considera baja una tasa de interés ganancia de 10% anual, preferiría una alternativa de inversión que le ofrezca mucho más. El problema es que mientras mayor sea el rendimiento ofrecido, mayor es el riesgo que asume el inversionista. Si un banco le paga un interés de 10%, el riesgo de su inversión es mínimo; incluso, si el banco quiebra, su depósito está protegido en un 100% por el Fondo de Contingencia, siempre que no pase de RD$1,860,000. En el caso de las inversiones con el señor Butter, el rendimiento anual ofrecido, como ya vimos, es de 16,777,215%. Usted debe estar preparado para aceptar el “trade-off” a que se refiere Sargent: un retorno de esa magnitud requiere que usted esté dispuesto a asumir un riesgo descomunalmente alto, pues la probabilidad de que usted pierda todo lo invertido es de 100%.
  • Otras personas tienen más información sobre sus habilidades, sus esfuerzos y sus preferencias que usted.
    Una verdad como un templo. El señor Butter sabe que una parte de nuestra población tiene un enorme superávit de ignorancia. Ha comprobado también que la mayoría se esfuerza por escalar en los estratos de ingreso y riqueza. Y percibe, además, que muchos dominicanos tienen una elevada preferencia por el riesgo. Ese conjunto de informaciones permite al Einstein de las finanzas detectar la existencia de un mercado considerable para vender un producto o sueño financiero que, en apenas un año, convertiría al inversionista ignorante, pobre y amante del riesgo en multimillonario.
  • Todos responden a los incentivos, incluidas las personas a las que desea ayudar. Es por eso que las redes de seguridad social no siempre terminan funcionando según lo previsto.
    Butter lo sabe bien. ¿Acaso puede estructurarse un incentivo mayor que el representado por la promesa de duplicar el ahorro, la inversión o el capital de una persona cada 15 días? Frente a ese incentivo, los sistemas de seguro sobre depósitos en el sistema bancario regulado, no evitan que algún flautista financiero experto en rentar la ignorancia, atraiga a pequeños ahorrantes para llevarlos a la tierra de la riqueza prometida.
  • Hay un “trade-off” entre igualdad y eficiencia.
    Nuestro autoproclamado Einstein financiero está dotado de una creatividad que lo convierte en la fábrica más eficiente de multiplicación de los ahorros de personas marcadamente ignorantes. En el mercado de la venta de ilusiones, hay que reconocerle una sorprendente eficiencia. ¿Cuál es el quid pro quo, el “trade-off”? Un resultado igualitario y equitativo: la mayoría de los inversionistas terminarán perdiendo sus ahorros.
  • En el equilibrio de un juego o de una economía, las personas están satisfechas con sus selecciones. Por eso es difícil para los extraños bien intencionados cambiar las cosas para bien o para mal.
    Al ver la efervescente y lamentable convicción que exhiben los que han caído en la trampa de esta pirámide ponziana, nadie duda que están felices con la selección para colocar sus ahorros que hicieron. De nada ha valido ni valdrá el llamado bien intencionado de nuestro Superintendente de Bancos, Alejandro Fernández, advirtiendo sobre los riesgos en que incurren quienes perciben la “lotebutter” como el pasaje hacia la riqueza y el bienestar de sus familias.
  • En el futuro, usted también responderá a los incentivos. Es por eso que hay algunas promesas que te gustaría hacer, pero no puedes. Nadie creerá en esas promesas porque sabe que después no te interesará cumplirlas. La lección aquí es esta: antes de hacer una promesa, piensa si querrás cumplirla en caso de que cambien tus circunstancias. Así es como te ganas tu reputación.
    Usted lo entendió. Esta va dirigida a Butter. En su interior sabe que ha hecho promesas que no podrá cumplir. Sargent, sin embargo, asume que los agentes económicos son racionales y disponen de toda la información posible. En lugar de “nadie creerá en esas promesas” debió escribir “la mayoría no creerá”, pues Butter, que conoce el nivel de ignorancia de los agentes económicos de su entorno, sabe que algunos caerán en el gancho. En realidad, Butter sabe que, en el largo plazo, como dijo Keynes, todos estaremos muertos. Por eso prefiere la reputación efímera de genio mientras la pirámide se mantenga; cuando se derrumbe, su reputación lo hará con ella.
  • Los gobiernos y los votantes también responden a los incentivos. Es por eso que los gobiernos a veces incumplen los préstamos y otras promesas que han hecho.
    El incentivo para Butter es gigantesco. Atraer y manejar millones de pesos no es poca cosa en Sabana Grande de Boyá. Si los gobiernos incumplen sus préstamos y otras promesas que han hecho, ¿qué le impide a Butter incumplir con las suyas?
  • Es factible que una generación traslade los costos a las siguientes. Eso es lo que hacen las deudas de los gobiernos nacionales y el sistema de seguridad social de los Estados Unidos.
    Precisamente eso es lo que hacen los primeros que ingresan a la pirámide; cobran su capital y el retorno con los recursos aportados por la próxima generación de inversionistas. Al final, cuando la pirámide se derrumba, viene el corre corre y no aparece quien responda y devuelva el dinero invertido. Lo mismo sucede con el sistema de reparto: los trabajadores que hoy aportan hacen posible el pago de las pensiones a los ya retirados, con la esperanza de que los futuros trabajadores aporten para ellos poder cobrar las suyas. La única diferencia es que, en el sistema de reparto, cuando el dinero no alcanza, el Estado, con los impuestos que cobra y los préstamos que recibe, responde y paga.
  • Cuando un gobierno gasta, sus ciudadanos eventualmente pagan, ya sea hoy o mañana, ya sea a través de impuestos explícitos o impuestos implícitos como la inflación.
    Cuando Butter gasta pagando a los primeros inversionistas el capital y el retorno, no lo hace con su dinero, sino con los recursos aportados por la próxima generación de inversionistas, hasta que la última descubre que sus ahorros se han esfumado pues fueron dilapidados en un esquema Ponzi insostenible.
  • La mayoría de la gente quiere que otras personas paguen por los bienes públicos y las transferencias del gobierno (especialmente las transferencias a ellos mismos).
    Así es. Los primeros que invierten en el juego de Butter, quieren que los próximos paguen con sus inversiones el capital y el retorno que el genio de Monte Plata les ofreció. La solidaridad intergeneracional entre inversionistas no es más que una mentira piadosa dicha con asombrosa sinceridad.
  • Debido a que los precios de mercado agregan la información de los inversionistas, es difícil pronosticar los precios de las acciones, la tasa de interés y las tasas de cambio.
    Esto Butter lo entiende mejor que los economistas. Sabe que cuando se agregan las desinformaciones de inversionistas ignorantes, el puede prometer retornos astronómicos consciente de que los primeros son incapaces de pronosticar o determinar si esos retornos son o no razonables. Ya lo dijo Sargent al inicio de su discurso en Berkeley hace 15 años: la economía es sentido común organizado. Butter, definitivamente un genio, sabe que el mayor déficit en nuestro país es el de sentido común. Por eso, la construcción de las pirámides financieras dominicanas continuará hasta el final de los tiempos. En el ínterin, olvidaré lo aprendido en Columbia. Ya me inscribí en Boyá’s Great Savannah University y su reputada Butter School of Economics. 
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Andrés Dauhajre Hijo

El discurso de Thomas Sargent, Premio Nobel de Economía de 2011, en la graduación de la Universidad de Berkeley de 2007, es considerado por muchos como el mejor resumen conciso de economía de la historia. El discurso arrancó con la definición de Sargent de la ciencia que él, a diferencia de su tocayo Carlyle, considera hermosa: la economía es sentido común organizado. A partir de esa zapata, el profesor de NYU, comenzó a tejer lo que para él constituyen las 12 lecciones más valiosas para cualquier economista que abrace el sentido común. A continuación, las presentaremos una a una, acompañadas de ejemplos elaborados por nosotros para facilitar su comprensión.

  • Muchas cosas que son deseables no son factibles.
    Una persona desearía hacerse rico de la noche a la mañana, invirtiendo sus ahorros con el señor Butter Einstein. El más grande genio mundial de las finanzas de todos los tiempos, ha asegurado que, si usted invierte 100 pesos con él, al cabo de 15 días recibirá 100 pesos del capital invertido más 100 pesos de intereses o rendimiento; en total, 200 pesos. Butter le duplica su ahorro cada 15 días. En otros términos, si el 31 de diciembre de 2021 un inversionista le entregó a Butter 100 pesos con la instrucción de reinvertir el capital más los intereses devengados cada 15 días, el 31 de diciembre de 2022, este tendría en la cuenta que mantiene con el fenómeno financiero, la suma de 1,678 millones de pesos, generando un retorno anual de 16,777,215%. Si el Gobierno dominicano invirtiese y reinvirtiese quincenalmente con Butter las recaudaciones de los dos primeros meses del 2023, a final de ese año, Butter le entregaría 3.5 trillones de pesos, que a la tasa de RD$54 por dólar, equivaldrían a US$64,624 millones. Con esos recursos, el Gobierno dominicano podría pagar casi toda la deuda del sector público consolidado, incluyendo la del Banco Central. ¡Vaya milagro financiero!
  • Los individuos y las comunidades enfrentan “trade-offs”, obtienen “algo” a cambio de “algo”.
    Una persona que considera baja una tasa de interés ganancia de 10% anual, preferiría una alternativa de inversión que le ofrezca mucho más. El problema es que mientras mayor sea el rendimiento ofrecido, mayor es el riesgo que asume el inversionista. Si un banco le paga un interés de 10%, el riesgo de su inversión es mínimo; incluso, si el banco quiebra, su depósito está protegido en un 100% por el Fondo de Contingencia, siempre que no pase de RD$1,860,000. En el caso de las inversiones con el señor Butter, el rendimiento anual ofrecido, como ya vimos, es de 16,777,215%. Usted debe estar preparado para aceptar el “trade-off” a que se refiere Sargent: un retorno de esa magnitud requiere que usted esté dispuesto a asumir un riesgo descomunalmente alto, pues la probabilidad de que usted pierda todo lo invertido es de 100%.
  • Otras personas tienen más información sobre sus habilidades, sus esfuerzos y sus preferencias que usted.
    Una verdad como un templo. El señor Butter sabe que una parte de nuestra población tiene un enorme superávit de ignorancia. Ha comprobado también que la mayoría se esfuerza por escalar en los estratos de ingreso y riqueza. Y percibe, además, que muchos dominicanos tienen una elevada preferencia por el riesgo. Ese conjunto de informaciones permite al Einstein de las finanzas detectar la existencia de un mercado considerable para vender un producto o sueño financiero que, en apenas un año, convertiría al inversionista ignorante, pobre y amante del riesgo en multimillonario.
  • Todos responden a los incentivos, incluidas las personas a las que desea ayudar. Es por eso que las redes de seguridad social no siempre terminan funcionando según lo previsto.
    Butter lo sabe bien. ¿Acaso puede estructurarse un incentivo mayor que el representado por la promesa de duplicar el ahorro, la inversión o el capital de una persona cada 15 días? Frente a ese incentivo, los sistemas de seguro sobre depósitos en el sistema bancario regulado, no evitan que algún flautista financiero experto en rentar la ignorancia, atraiga a pequeños ahorrantes para llevarlos a la tierra de la riqueza prometida.
  • Hay un “trade-off” entre igualdad y eficiencia.
    Nuestro autoproclamado Einstein financiero está dotado de una creatividad que lo convierte en la fábrica más eficiente de multiplicación de los ahorros de personas marcadamente ignorantes. En el mercado de la venta de ilusiones, hay que reconocerle una sorprendente eficiencia. ¿Cuál es el quid pro quo, el “trade-off”? Un resultado igualitario y equitativo: la mayoría de los inversionistas terminarán perdiendo sus ahorros.
  • En el equilibrio de un juego o de una economía, las personas están satisfechas con sus selecciones. Por eso es difícil para los extraños bien intencionados cambiar las cosas para bien o para mal.
    Al ver la efervescente y lamentable convicción que exhiben los que han caído en la trampa de esta pirámide ponziana, nadie duda que están felices con la selección para colocar sus ahorros que hicieron. De nada ha valido ni valdrá el llamado bien intencionado de nuestro Superintendente de Bancos, Alejandro Fernández, advirtiendo sobre los riesgos en que incurren quienes perciben la “lotebutter” como el pasaje hacia la riqueza y el bienestar de sus familias.
  • En el futuro, usted también responderá a los incentivos. Es por eso que hay algunas promesas que te gustaría hacer, pero no puedes. Nadie creerá en esas promesas porque sabe que después no te interesará cumplirlas. La lección aquí es esta: antes de hacer una promesa, piensa si querrás cumplirla en caso de que cambien tus circunstancias. Así es como te ganas tu reputación.
    Usted lo entendió. Esta va dirigida a Butter. En su interior sabe que ha hecho promesas que no podrá cumplir. Sargent, sin embargo, asume que los agentes económicos son racionales y disponen de toda la información posible. En lugar de “nadie creerá en esas promesas” debió escribir “la mayoría no creerá”, pues Butter, que conoce el nivel de ignorancia de los agentes económicos de su entorno, sabe que algunos caerán en el gancho. En realidad, Butter sabe que, en el largo plazo, como dijo Keynes, todos estaremos muertos. Por eso prefiere la reputación efímera de genio mientras la pirámide se mantenga; cuando se derrumbe, su reputación lo hará con ella.
  • Los gobiernos y los votantes también responden a los incentivos. Es por eso que los gobiernos a veces incumplen los préstamos y otras promesas que han hecho.
    El incentivo para Butter es gigantesco. Atraer y manejar millones de pesos no es poca cosa en Sabana Grande de Boyá. Si los gobiernos incumplen sus préstamos y otras promesas que han hecho, ¿qué le impide a Butter incumplir con las suyas?
  • Es factible que una generación traslade los costos a las siguientes. Eso es lo que hacen las deudas de los gobiernos nacionales y el sistema de seguridad social de los Estados Unidos.
    Precisamente eso es lo que hacen los primeros que ingresan a la pirámide; cobran su capital y el retorno con los recursos aportados por la próxima generación de inversionistas. Al final, cuando la pirámide se derrumba, viene el corre corre y no aparece quien responda y devuelva el dinero invertido. Lo mismo sucede con el sistema de reparto: los trabajadores que hoy aportan hacen posible el pago de las pensiones a los ya retirados, con la esperanza de que los futuros trabajadores aporten para ellos poder cobrar las suyas. La única diferencia es que, en el sistema de reparto, cuando el dinero no alcanza, el Estado, con los impuestos que cobra y los préstamos que recibe, responde y paga.
  • Cuando un gobierno gasta, sus ciudadanos eventualmente pagan, ya sea hoy o mañana, ya sea a través de impuestos explícitos o impuestos implícitos como la inflación.
    Cuando Butter gasta pagando a los primeros inversionistas el capital y el retorno, no lo hace con su dinero, sino con los recursos aportados por la próxima generación de inversionistas, hasta que la última descubre que sus ahorros se han esfumado pues fueron dilapidados en un esquema Ponzi insostenible.
  • La mayoría de la gente quiere que otras personas paguen por los bienes públicos y las transferencias del gobierno (especialmente las transferencias a ellos mismos).
    Así es. Los primeros que invierten en el juego de Butter, quieren que los próximos paguen con sus inversiones el capital y el retorno que el genio de Monte Plata les ofreció. La solidaridad intergeneracional entre inversionistas no es más que una mentira piadosa dicha con asombrosa sinceridad.
  • Debido a que los precios de mercado agregan la información de los inversionistas, es difícil pronosticar los precios de las acciones, la tasa de interés y las tasas de cambio.
    Esto Butter lo entiende mejor que los economistas. Sabe que cuando se agregan las desinformaciones de inversionistas ignorantes, el puede prometer retornos astronómicos consciente de que los primeros son incapaces de pronosticar o determinar si esos retornos son o no razonables. Ya lo dijo Sargent al inicio de su discurso en Berkeley hace 15 años: la economía es sentido común organizado. Butter, definitivamente un genio, sabe que el mayor déficit en nuestro país es el de sentido común. Por eso, la construcción de las pirámides financieras dominicanas continuará hasta el final de los tiempos. En el ínterin, olvidaré lo aprendido en Columbia. Ya me inscribí en Boyá’s Great Savannah University y su reputada Butter School of Economics. 
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