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Sistema de partidos dominicano: muta sin colapsar

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Por Rosario Espinal

A través de los años me han preguntado muchas veces cuándo en la República Dominicana se acabará la partidocracia y surgirá una alternativa fuera del sistema de partidos. Mi respuesta siempre ha sido: todavía no se vislumbra. Para el 2024 tampoco creo que sucederá por la compactación de las élites, sus vínculos con el sistema de partidos existente y la limitada movilización social.

El sistema de partidos dominicano, a diferencia de otros en América Latina, ha dado muestras en distintas ocasiones de mutar sin colapsar. He ahí su fortaleza.

En el período post-1978, las formaciones partidarias han sido más fuertes que los candidatos presidenciales o presidentes. El PRD era más fuerte que Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco o Hipólito Mejía. El PLD era más fuerte que Leonel Fernández o Danilo Medina.

La excepción fue Balaguer que forjó un caudillismo antes de 1978, y volvió al poder como tal en el 1986. Por eso el PRSC no pudo superar la muerte de Balaguer ocurrida en el 2002 y fue desintegrándose. Su base de apoyo electoral fue capturada por el PLD, que quedó como heredero del voto balaguerista por el Frente Patriótico de 1996, cuando Balaguer apoyó al PLD para derrotar al PRD.

Es decir, a partir de 1996 el PLD comenzó a reemplazar a Balaguer en el mapa electoral, proceso que se afianzó a partir de las elecciones de 2004. Esa fue una mutación del sistema partidario dominicano.

No obstante, los dirigentes reformistas fueron muy hábiles manteniendo posiciones de poder más allá de su real fuerza electoral, con la ayuda del PLD, del PRD, y más recientemente del PRM.

De 2004 al 2019, el sistema político operó con un partido dominante (el PLD) y un perredeísmo en busca de rearticulación.

La división del PRD en 2014 produjo otra mutación del sistema de partidos: la mayoría de los dirigentes y activistas del perredeísmo pasó al PRM.

Y luego, en las elecciones del 2016, se produjo un importante realineamiento electoral del PRD hacia el PRM. El PRD disminuido fue aliado al PLD.

En octubre de 2019 se dividió el otrora dominante PLD y surgió la Fuerza del Pueblo. Esta fue otra mutación. Desde entonces, mucho se ha dicho que hay un tripartidismo. Me parece un juicio prematuro.

El peledeísmo está dividido, ¡cierto!, pero se necesitan más procesos electorales para saber si se afianzará o no un tripartidismo. Hay que recordar que en la década de 1990 el tripartidismo fue efímero, se debió a la muerte lenta de Balaguer, lo que eventualmente llevó al colapso del PRSC.

Para hacer proyecciones sobre el proceso electoral de 2024 se requiere más tiempo. Hay que calibrar dos situaciones en particular: el nivel de eficacia de la gestión gubernamental del PRM y la capacidad o no del PLD para mantenerse unido durante y después del proceso de selección de su candidatura presidencial.

Si el balance de ambos es positivo, es muy probable que se fortalezca el bipartidismo PRM-PLD. Si alguno de los dos fracasa, se beneficiará la FP.

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Por Rosario Espinal

A través de los años me han preguntado muchas veces cuándo en la República Dominicana se acabará la partidocracia y surgirá una alternativa fuera del sistema de partidos. Mi respuesta siempre ha sido: todavía no se vislumbra. Para el 2024 tampoco creo que sucederá por la compactación de las élites, sus vínculos con el sistema de partidos existente y la limitada movilización social.

El sistema de partidos dominicano, a diferencia de otros en América Latina, ha dado muestras en distintas ocasiones de mutar sin colapsar. He ahí su fortaleza.

En el período post-1978, las formaciones partidarias han sido más fuertes que los candidatos presidenciales o presidentes. El PRD era más fuerte que Antonio Guzmán, Salvador Jorge Blanco o Hipólito Mejía. El PLD era más fuerte que Leonel Fernández o Danilo Medina.

La excepción fue Balaguer que forjó un caudillismo antes de 1978, y volvió al poder como tal en el 1986. Por eso el PRSC no pudo superar la muerte de Balaguer ocurrida en el 2002 y fue desintegrándose. Su base de apoyo electoral fue capturada por el PLD, que quedó como heredero del voto balaguerista por el Frente Patriótico de 1996, cuando Balaguer apoyó al PLD para derrotar al PRD.

Es decir, a partir de 1996 el PLD comenzó a reemplazar a Balaguer en el mapa electoral, proceso que se afianzó a partir de las elecciones de 2004. Esa fue una mutación del sistema partidario dominicano.

No obstante, los dirigentes reformistas fueron muy hábiles manteniendo posiciones de poder más allá de su real fuerza electoral, con la ayuda del PLD, del PRD, y más recientemente del PRM.

De 2004 al 2019, el sistema político operó con un partido dominante (el PLD) y un perredeísmo en busca de rearticulación.

La división del PRD en 2014 produjo otra mutación del sistema de partidos: la mayoría de los dirigentes y activistas del perredeísmo pasó al PRM.

Y luego, en las elecciones del 2016, se produjo un importante realineamiento electoral del PRD hacia el PRM. El PRD disminuido fue aliado al PLD.

En octubre de 2019 se dividió el otrora dominante PLD y surgió la Fuerza del Pueblo. Esta fue otra mutación. Desde entonces, mucho se ha dicho que hay un tripartidismo. Me parece un juicio prematuro.

El peledeísmo está dividido, ¡cierto!, pero se necesitan más procesos electorales para saber si se afianzará o no un tripartidismo. Hay que recordar que en la década de 1990 el tripartidismo fue efímero, se debió a la muerte lenta de Balaguer, lo que eventualmente llevó al colapso del PRSC.

Para hacer proyecciones sobre el proceso electoral de 2024 se requiere más tiempo. Hay que calibrar dos situaciones en particular: el nivel de eficacia de la gestión gubernamental del PRM y la capacidad o no del PLD para mantenerse unido durante y después del proceso de selección de su candidatura presidencial.

Si el balance de ambos es positivo, es muy probable que se fortalezca el bipartidismo PRM-PLD. Si alguno de los dos fracasa, se beneficiará la FP.

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