Por: Daniel Verdú
La ultraderechista Giorgia Meloni es la favorita para las elecciones del 25 de septiembre, para las que ya ha empezado la campaña electoral a las pocas horas de la caída de Draghi
Italia, una nación capaz de alumbrar —y tumbar— 67 gobiernos en 76 años, no es un país con tiempo para mirar atrás. Este jueves, cuando el cadáver político del primer ministro, Mario Draghi, estaba todavía de cuerpo presente, los partidos se apresuraron a dar por inaugurada la campaña electoral. El proceso, que culminará con elecciones el 25 de septiembre, será uno de los más trascendentes de la historia reciente del país y marcará a fuego la transformación en la que Italia se había embarcado con el expresidente del Banco Central Europeo.
Draghi presentó su dimisión el jueves por la mañana. Visiblemente emocionado, se despidió del Parlamento. Pero el otoño italiano, sin un Ejecutivo fuerte, se presentaría como una tormenta perfecta. Lo advirtió el presidente de la República, Sergio Mattarella, antes de disolver las Cámaras: “La situación no admite pausa”. Y en eso están de acuerdo todos los partidos. Italia necesita una ley de presupuestos fiable que construya un blindaje ante el largo invierno que se avecina: inflación, restricciones energéticas, reformas pendientes… Y para ello, requería que las elecciones se celebrasen lo antes posible. Los sondeos sitúan hoy a Giorgia Meloni, líder de Hermanos de Italia (socio de Vox en Europa), como la ganadora. Pero la campaña, aunque quede poco tiempo, puede ser muy larga.
Mattarella evitó cualquier demora y disolvió las Cámaras a primera hora de la tarde del jueves. La última vez que Italia votó en otoño fue en 1919, un momento que abrió un periodo negro del país. Esta vez, sin embargo, el escenario se presenta muy complicado por distintos motivos. Será especialmente arduo para la izquierda, que llega a la carrera descolocada, sin la reforma de la ley electoral que pretendía y distanciada de su principal socio: el Movimiento 5 Estrellas. Pero las amenazas llegan por distintos flancos.
Meloni, la gran vencedora. La derecha, artífice de la caída de Draghi, tiene significativos motivos para celebrarlo. La principal victoria debe atribuirse a Giorgia Meloni, líder de Hermanos de Italia, el único partido que no ha participado en ninguno de los tres gobiernos de esta legislatura. La política romana simplemente observó, tuvo paciencia, supo madurar su momento y esperó desde la oposición a que sus socios de coalición (La Liga y Forza Italia) liquidaran el Ejecutivo de unidad de Draghi. Los sondeos le dan la razón, y ahora mismo es la mejor situada para ganar las elecciones que se celebrarán a finales de septiembre.
La Liga y Forza Italia han estrechado lazos en los últimos tiempos y ven con desconfianza a Meloni. Una de las opciones para evitar que Hermanos de Italia lidere el próximo Gobierno es formar una lista única que intente obtener más votos para poder discutirle la presidencia del Consejo de Ministros. Pero, en realidad, ninguno de los dos partidos está ya tan preocupado por esa cuestión. Ambos se encontraban en una situación crítica y el adelanto electoral les permitirá frenar la sangría ante su electorado. Como ya mostró el jueves recuperando su propaganda antinmigración en las redes sociales, Matteo Salvini, líder de La Liga, podría conformarse con recuperar su sillón en el Ministerio del Interior, quetan buenos réditos le dio durante el primer Gobierno de Giuseppe Conte, y por el que todavía arrastra procesos por cerrar los puertos de Italia a inmigrantes.
La herencia de Draghi. El único partido que deseaba cualquier escenario antes que ir a votar es el Partido Democrático (PD). Los socialdemócratas tenían dos opciones para hacer frente a la coalición de derechas. Y ambas se han esfumado. La primera era reformar la ley electoral para pasar de un sistema mayoritario que premia las coaliciones a uno proporcional. Esa era la única manera de plantar cara al artefacto que formarán Hermanos de Italia, Forza Italia y La Liga, que se beneficiará del premio que otorga esta norma a los partidos que concurren en coalición. La otra opción consistía en formar un grupo parecido con el Movimiento 5 Estrellas para competir de igual a igual. Era la única manera de sacar partido de los beneficios de la actual ley electoral. Pero la operación de derribo de Draghi llevada a cabo por los grillinos y su papel ante el envío de armas a Ucrania han liquidado casi por completo la alianza.
La falta de relato empuja al PD y a todos los partidos alejados de la órbita de la derecha y del Movimiento 5 Estrellas a presentarse como los herederos de Draghi. Esas formaciones se arrogarán el aura de responsabilidad e intentarán convencer de que el programa del todavía primer ministro será el que desarrollarían si obtuvieran la victoria.
El Kremlin descorcha el champán. La lista de problemas derivados de esta crisis, sin embargo, es larga y profunda. En primer lugar, el escenario electoral y la caída de Draghi ponen en cuestión el papel de Italia en el conflicto de Ucrania. El país con el partido comunista más influyente al otro lado del telón de acero durante décadas ha mantenido una histórica relación de promiscuidad con Rusia, que siempre lo situó en una posición ambigua. Draghi cambió esa estrategia por primera vez en años y se convirtió en un firme aliado de Ucrania, tal y como recordó el jueves su presidente, Volodímir Zelenski. Los tres partidos que rompieron el Ejecutivo, sin embargo, son los que más veces aparecen en la galería de fotos de amigos del Kremlin.
Salvini ha visitado varias veces Moscú y se ha declarado fan de Vladímir Putin (llegó a vestir camisetas con su cara). El político ultraderechista fue acusado de hacer tratos con el Kremlin para financiar la deuda de su partido, un asunto que nunca llegó a esclarecerse y que arroja sombras sobre la independencia de su formación respecto a Rusia. Silvio Berlusconi, líder de Forza Italia, es amigo personal del presidente ruso. Y el Movimiento 5 Estrellas, tercera pata del magnicidio italiano del miércoles, ha sido el partido que más se ha opuesto en los últimos tiempos al envío de armas a Ucrania. La relación del ex primer ministro Giuseppe Conte (Movimiento 5 Estrellas) con Moscú siempre fue fluida y su partido cuestionó las sanciones impuestas por la Unión Europea. No hay duda de que en el Kremlin se descorchó el champán el jueves.
Plan de recuperación y ley de presupuestos. Italia es el mayor receptor de fondos del plan de recuperación de la Unión Europea. Pero los alrededor de 230.000 millones de euros (entre préstamos y dinero a fondo perdido) que deberá percibir en los próximos años están condicionados a cuatro grandes reformas: de la justicia, la Administración, el fisco y la competencia. Las dos primeras están completadas. La tercera se quedó a medias y la última está en el aire. Europa apretará las tuercas a Roma pronto y observará con detenimiento los avances. El retraso en el cumplimiento de los objetivos podría comportar que Italia pierda el segundo pago del plan, 21.000 millones, entre subvenciones y préstamos.
La ley de presupuestos es la otra preocupación ahora mismo en el Palacio del Quirinal, sede de la presidencia. Se esperaba que Draghi, uno de los economistas más brillantes de las últimas décadas, fuera el encargado de diseñar una norma que blindase al país de la crisis que se avecina y de los efectos de una inflación desbocada. Italia, sin embargo, ya no podrá contar con la varita mágica del expresidente del BCE.
Fuente: El País