Escrito Por: Pablo McKinney
Cuentan que, humilde, para la hora definitiva del adiós, don Pedro Mir no pedía a la vida más que paz, “un nido de constructiva paz/ en cada palma/. Y, quizás,/ a propósito del alma/ el enjambre de besos/ y el olvido”.
A diferencia del bardo nacional, -no frente a la vida sino frente a la corrupción- uno solo pide respeto a la presunción de inocencia, al debido proceso y a la dignidad humana, la acción eficiente del Ministerio Público para investigar y elaborar expedientes, y unos jueces probos y valientes decididos a ejercer justicia dictando sentencias definitivas.
Con presuntos, supuestos, con imputados, encarcelados o encartados, pero sin absoluciones o condenas definitivas, esta sociedad seguirá siendo una gran incitación a la delincuencia, que siempre digo, porque ser honrado sale demasiado caro, y ser corrupto sí vale la pena, con perdón de Sor Joaquín Cardenal Sabina.
Lo que no puede seguir tolerando esta patria en sus tormentos, apagones y cinismos, lo que debemos corregir cuanto antes, es esta vieja tendencia a “a amagar y no dar” en la tan promovida lucha contra la corrupción y la impunidad. Y que tenga que ser el ciudadano responsable, la prensa, y hasta las redes sociales y las plataformas digitales en sus excesos de algoritmos y posverdad, quienes hagan actuar a las autoridades. Así no puede ser.
No solo ocurre en SENASA. Ocurre hasta en TNT. Pasa en más de una institución, que durante meses ha generado un rumor reiterado de sospechas justificadas y dudas razonables, y sus incumbentes tienen menos credibilidad social que un vendedor de autos usados, o un ciudadano de “Los Pepine” arbitrando un partido de Las Águilas en el estadio Cibao, frente al Licey.
La auditoría visual y el exhibicionismo fantoche siempre han perdido a los corruptos. Los pobrecitos, no conocen la anécdota del presidente Lilís, que demostraba a sus compadres que un cañón de souvenir traído de París, sí dispara; que quien se roba una gallina, lo menos que debe hacer es esconder las plumas, decía el pintoresco y sabio mandatario.
Son las enseñanzas de la sabiduría popular. En el santo fornicio o en la corrupción, el hombre precavido vale por dos, pero el hombre discreto, vale por tres. Si cuando se trata de damas un caballero siempre ha de tener mala memoria, en el caso de la corrupción recuerde Ud. guardar las plumas.
Fuente: Listin Diario