Escrito Por: Pablo McKinney
La difamación siempre ha servido como argumento para escribir grandes novelas y tragedias. En los mundos creados por la literatura todo es posible y permitido. Pero la literatura no es la vida y en Dominicana, en lo de difamar e injuriar desde el sicariato mediático y la comunicación coprológica (¡tan aplaudidos!), estamos tocando el fondo.
Allá lejos queda Shakespeare y su Otelo, los chismes de Yago, la victimización de Desdémona. Como queda “Orgullo y Prejuicio”, “Los Miserables”, “Las amistades peligrosas”. Solo que las redes, las plataformas y los medios de comunicación, no son las cantinas donde se reunían los chismosos, difamadores del París del siglo XVII, ni el bar de la esquina de cualquiera de los pueblos nuestros… hagan memoria y sonrían.
La variada y bien orquestada campaña de difamación contra Faride Raful ha llegado muy lejos y es el iceberg de lo que viene llegando con la Inteligencia Artificial y sus armas incluidas. Poco futuro tiene una sociedad donde la verdad ha dejado de ser importante, y el respeto a la dignidad personal es cosa de los abuelos fallecidos.
Triste sociedad en sus ruidos, discos o teteos, donde los mulatos se creen blancos y los que poseen bienes materiales se piensan ricos, (nadie debería ser tan pobre al punto de solo tener dinero), país o paisaje donde nadie parece estar contento con lo que ha logrado. Y así estamos ahora… penalizando con injurias el buen trabajo, el atreverse a hacer algo tan simple como aplicar las leyes y ser capaz de resistir las presiones.
En este mundo, nación, quimera o patio amado, aquí #Faridesomostodos como también debimos ser José Francisco Peña Gómez en aquellas rastreras campañas durante toda su vida y especialmente en los años noventa.
Valiente y decidida, Faride posee una característica que hasta Iván Lorenzo le reconoce: siempre ataca de frente con responsabilidad y sin ambages. No siempre estamos de acuerdo, pero siempre coincidimos con Serrat en que “sería fantástico que todos fuéramos hijos de Dios”.
En fin, que #faridesomostodos. Mandar a atacar con tal virulencia a la madre de Gastón no ha sido una buena idea. Viendo la reacción ciudadana a tanto abuso, podemos decir, (parafraseando a Carlos Puebla), que se ha quedado trunca la esperanza que sus enemigos buscaban,/ creyeron que la mataban y está más viva que nunca, escuchando a Silvio Rodríguez, por supuesto, “si no creyera en la locura…que cosa fuera….”.
Fuente: Listin Diario